Capítulo 14

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Gines se levantó de su cama con una sonrisa, se alistó para ir a San Mungo, no dejaba de sonreír, quería saltar, gritar por todo lo que ocurrió ayer en la noche.

Después que se despidió de Harry, se metió a su cuarto, se puso a dar pequeños saltos de alegría, no era su primer beso pero sin duda es el mejor de todos.

Cuando llegó a San Mungo de dirigió a ver su paciente Ron Weasley. Lo encontró echado en su cama, jugando con sus manos que no dejaba de mirarlas, sin duda está nervioso. — Pensó Gin.

—Buenos días. — Le sonrió Gines.

Ron voltea a mirarla y le devuelve la sonrisa.

—Buenos días Gines.

—Dime Gin. — Le mencionó.

Ella se acerca a revisarlo, viendo todos los avances, sólo estarás hasta el día de hoy, mañana ya podrás volver a casa.

Al fin dejaré este lugar, la comida es horrible y lo siento por decirlo pero es la verdad, no entiendo porque los pacientes enfermos deben comer eso, si yo estuviera a punto de morir prefiero hacerlo comiendo algo que me guste.

Gin empezó a reírse muy fuerte, quizás lo tomemos en cuenta para los siguientes pacientes.

—Bueno yo queria decirte bueno, yo, yo.....yo, eh quería, bueno, quiero darte las gracias. — Menciona Ron.

—No te preocupes, solo hacía mi trabajo.

Hermione, mi novia, me explicó que tu me distes tu sangre, algo así que hacen los muggles y por ese motivo estoy vivo, me salvastes la vida, y siento que nunca podré pagarte lo que has hecho por mí. Te puedo dar un abrazo. — Lo último lo mencionó en un susurró.

Ron la miraba con una sonrisa, ella no se negó y se acercó. Por unos segundos Gin sintió una paz que no había sentido en tantos años, fue muy agradable pero sobre todo un tierno abrazo.

—Lo volvería hacer.

—¿Que cosa?. — Ron la observaba con incertidumbre.

Volvería a donar mi sangre para poder salvarte, tú familia, tú novia y tú amigo, estaban muy preocupados por ti, no había visto a magos y brujas preocuparse tanto, estoy segura que cada uno de ellos prefería estar en tu lugar antes que tú, sólo tuvimos suerte que ambos tengamos el mismo tipo de sangre.

—Perdón por interrumpir. — Un mago entraba a la habitación pero no cualquier mago sino "él".

Gin, se sorprendió, no pensó en verlo tan pronto, no después del beso que se habían dado anoche. Los dos se miraron por unos segundos, sólo eso bastó para que las mejillas de Gin se sonrojaran.

—Tengo entendido que no son horas de visita. — Exclamó Ron.

Pareces que te has olvidado Ron que soy Harry Potter, eso tiene algunas ventajas. — Harry cerró la puerta de la habitación y se sentó a un lado de la cama.

—Y desde cuando te gusta a ti tomar esas ventajas, es más hasta los odias hacerlo.

—Eres mi amigo, quería verte. — Lo decía mientras miraba a Gin.

Ella se alejó acomodando algunas pociones, mientras Ron y Harry se ponían a conversar, podía escuchar cómo los dos se reían, se nota que se quieren mucho, es sin duda una muy bonita amistad.

—Será mejor que los deje solo. — Habló Gin.

—¿Porqué?. — Preguntó Harry.

—No quiero interrumpir.

—Tú jamás vas a interrumpir.

Ambos se quedaron mirando, no sabían que más decir, pero Harry sí lo tenía claro, si Ron no estuviera presente, la hubiera besado.

—Quédate con nosotros. — Mencionó Ron.

Me contaron algunas anécdotas del colegio, sobre la casa donde habían estado, algunas travesuras, pero sobre todo del quidditch, la primera ves que jugó Harry en su primer año, lo mismo cuando Ron jugó en su quinto año, ganando la copa para su casa de Gryffindor.

El sonido de la puerta interrumpe nuestras conversaciones, aunque eran ellos los que hablaban, yo solo escuchaba.

—Gin, puedes venir por favor. — Dean saluda a Ron y a Harry, desde la entrada.

Gin se despide de ellos, llegó a sentir la mirada severa de Harry. Al cerrar la puerta Dean la miraba con una sonrisa.

—¿Pasa algo malo?. — Inquirió Gin.

No no, por favor no te alarmes, no hay nada grave, solo quería conversar contigo un momento.

Gin le sonríe. — ¿En qué soy buena Dean?.

Bueno, te quería decir que tengo pensando en hacer algunas capacitaciones y quien mejor que tú para que me brindes alguna asesoría sobre en qué lugares puedo realizarlo, tú eres la mejor, por eso necesito tus consejos.

Por supuesto que sí, yo encantada de ayudarte en todo eso, las posiciones y hechizos sanatorios cambian y es bueno que cada cierto tiempo nos capacitamos. Si puedes podemos ir ahora a mi escritorio y te doy los contactos que tengo.

Sobre eso.....Ahora no puedo estoy en turno, pero puede ser cuando salga de San Mungo, que te parece si te invitó a cenar y de ahí me ayudas. — Habló Dean.

—Esta bien, mañana en la hora de salida, podemos ir a cenar.

—¿Cuál es la dirección de tu casa?.

—¿Para qué?.

—Pensaba en ir a recogerte.

—No es necesario. — Nos vemos aquí.

Dean, le sonrió y se fue rápidamente, tiene que seguir con sus trabajos, Gin pensó en si debería entrar a la habitación aunque su duda le duró muy poco, la puerta se abrió y se sorprendió ver a Harry.

Ella entró despacio a la habitación y Ron le sonreía alegremente.

—Harry por qué no le dices de una ves la idea que acabas de tener. — Murmuró Ron.

Observó a Harry, mientras el lo único que hace es darme una mirada seria.

Gin sería una buena idea que mañana puedas ir a cenar con nosotros en la casa de Ron. — Mencionó.

—Pero yo no puedo haré...

—¿Estaras ocupada? — Le interrumpe Harry.

—No..Bueno sí, la verdad es que no creo que pueda, lo podemos dejar para otro día.

—Por mi no hay problema. — Mencionó Ron

Harry no dijo nada sólo la miraba con un semblante serio, lo que no sabía Gin es que por dentro Harry sentía unas ganas de hechizar a Dean.

—Bueno es mejor que me retire, tengo trabajo que hacer y rápidamente me salí de la habitación.

Una Vida De MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora