Capítulo 17

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Maratón 1/2

Es de lo peor, no entiendo como he podido considerarlo en algún momento un amigo, es un falso, engreído, antipático pero sobre todo es un gran  mentiroso, lo detesto y ya estoy contando los días para irme de Londres y no volverlo a ver, nunca más.

Puedes dejar de caminar de un lado a otro, me mareas, te has pasado una hora hablando de Harry, deberías admitir que te gusta.

—¿Qué?. — Eso es completamente falso.

—Sabes que digo la verdad.

—Ahora sabes adivinación Draco.

No es necesario tener el don de la adivinación, hasta un niño de seis años se daría cuenta que te gusta Potter.

Creo que fue una mala idea venir a tu casa, muchas gracias por el almuerzo y me despistes de Astoria. — Gin camina hasta la salida furiosa con Draco.

Tampoco te molestes conmigo. — Esta bien tu tienes la razón, el no te gusta, lo detestas, contenta.

Gin voltea a  verlo y sonríe, Draco también lo hace, me gusta verlo sonreír a pesar de lo que está ocurriendo.

Astoria sin duda te ha ayudado mucho y me alegro por ti, en estos momentos tan difíciles, necesitas de su apoyo ¿Como sigue tu padre?.

—Esta mejor, aunque no es nada seguro, mañana iremos a España, nos vemos allá, te estaré esperando.

Claro que sí, yo misma me haré cargo de su salud cuando esté en España, sólo estaré tres días más en Londres, verás que tu padre se va a recuperar muy pronto.

Gines abrazó a Draco, en estos momentos su padre habría sufrido un paro cardíaco, es algo común en los muggles pero algo raro que ocurran en magos, Lucius no quiere ver a ningún doctor, solo a un Sanador y en este caso Draco me pidió el favor de ayudar a mi tío y por supuesto que lo haré.

Bueno Draco tengo que irme, me falta hacer unos últimos documentos.

El asiente y me acompaña hasta la salida de casa, me da pena verlo así pero Astoria esta con él, apoyándolo en todo, es una gran bruja.

El tiempo transcurrió muy rápido, toda la tarde he estado en San Mungo, los trámites duraron más de lo que esperaba, lo bueno que ya todo está concluido.

Hoy es mi último día aquí, toda mi oficina ya se encuentra vacía, mi trabajo ha terminado en San Mungo, al salir de mi despacho lo primero que observo es a él, con globos y pastel, acompañado de una gran sonrisa.

—Gracias por todo lo que has hecho, te voy a extrañar.

—Gracias a ti, no debiste hacer esto Dean.

—Eres una gran amiga, es lo mínimo que mereces.

Escuchar esas palabras de Dean, fueron para mí, un sentimiento que lo veía lejano, un amigo real, es lo que tengo con él.

Nos dirigimos al comedor de San Mungo, para comer el pastel , conversamos sobre el trabajo, sus planes de ir a estudiar a otro país, el quidditch, y un montón de cosas más, hasta empezamos a reírnos, de algunos malos chistes que contaba, esta despedida organizada a último minuto por Dean es la mejor.

—Todo estuvo delicioso, muchas gracias Dean.

Es lo menos que puedo hacer, en todo este tiempo, me has apoyado y ayudado en todo, gracias a ti.

—Eres sin duda un gran amigo, y espero verte pronto en España.

Me gustaría brindar contigo pero entre unos minutos es mi turno de trabajo, así que lo tendremos que dejar para otro día, esta semana me tocó turno noche.

Una Vida De MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora