—MasaKo, me pusieron otra queja de ti, enserio no quiero tener que darte lecciones como la primera vez —a ella le recorrió un escalofrió— llevas aquí tres años ya, es imposible que no aprendas a respetar —el señor Sun la regaño, trataba de ser compresivo con ella
—Pero es que...
—Pero es que nada —suspiro— vete y si me entero de tu mal comportamiento con el siguiente cliente, sabes lo que pasara
La ahora adolescente tenia una buena explicación para lo que había pasado, pero, no serviría de nada si Sun no la escuchaba.
Ella ahora llevaba tres años bajo el mando de Sun, ella ahora tenia trece años, ahora vivía en un tipo de casa con muchas mujeres, prostitutas, quienes también estaban bajo el mando de Sun.
Fue a su habitación, quito su sucio traje pegajoso por el semen del anterior cliente, limpio su cuerpo en cinco minutos y se puso otro traje, un top negro, una falda y unas medias largas del mismo color mencionado. Se sentó en la cama, recargando su espalda en el espaldar de la cama, abriendo ligeramente sus piernas en una pose provocativa, esperando a la siguiente persona que entrará por esa puerta.
—Hola —entro un hombre alto, cabello verde y ojos zarco, traía unos lentes amarillos y un traje casual y elegante a la vez. Le había sorprendido, pues el, había sido la única persona que tocará la puerta en toda su estancia
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—Buenas noches señor, pase tranquilo —se sentó de otra forma, se sentó en la esquina de la cama y cruzando sus piernas notando la diferente aura de ese hombre— me llamó MasaKo, es un gusto conocerlo —le dedico una sonrisa fingida
—Yo soy Asanu —el se sentó a su lado— ¿Cómo llegaste aquí?
—No puedo hablar sobre eso, señor...
—Hmm ¿desde hace cuanto estas en este lugar?
—Desde hace tres años —creía que no había ningún problema en decirle eso
El más alto le hizo otras preguntas, las cuales no fueron respondidas.
—Bien, creo que ya eso es todo —estaba por abrir la puerta
—No, no, no —la niña corrió a él, abrazo su brazo, poniendo este en medio de sus pequeños pechos— no le dirá nada a él señor Sun ¿o si? —lo miró con preocupación
—Claro que no, pequeña —se zafó con cuidado de su agarra y se agachó a su altura— ¿Podría hacerte una última pregunta?
—Si —dudosa, respondió
—¿Te gustaría salir de este lugar?
—... Es lo que más quisiera —bajo la mirada
—Perfecto, vendré por ti —acarició su cabello y se fue, ella quedó muy confundida por lo sucedido
