Últimamente Tobirama actuaba raro, bueno, todos actuaban demasiado raro —a excepción de los hermanos—, todos parecían querer estar más cerca de ella y no separarse, no obstante, ella también había desarrollado ciertos sentimientos había los Akatsuki, quería protegerlos a pesar de que su vida dependiera de ello, haría lo posible para que Tobirama no les hiciera nada.
Myōi abrió los ojos con pereza viendo el techo blanco sucio como siempre, era un nuevo día pero no era algo que destacara mucho por así decirlo, miró ambos lados percatándose de que Deidara y Sasori ya estaban despiertos viéndola.
La mirada de Sasori era penetrante y seductora, sobre todo al momento de despertar.
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Mientras la de Deidara era todo lo contrario, miraba con ternura y sonreía a la vez que un suave sonrojo aparecía en sus mejillas.
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—Buenos días, chicos... —saludó separándose de ambos, por algún motivo se sintió extraña en ese momento.
—Buenos días, MasaKo —le respondieron al unísono, poco a poco los demás iban despertando también.
—Hoy tenemos día libre —comentó Yuuki sonriente, los demás asintieron.
—No queríamos preguntarles esto aún pero —hizo una corta pausa Takashi— ¿Cómo llegaron a esto, todos ustedes? —los Akatsuki se tensaron al oír sus palabras— no... Hace falta que lo digan, no es necesario.
—No, está bien ¿cierto chicos? —interrumpió y preguntó Obito, todos asintieron— empieza tú, Konan.
—Bueno, yo... —miró el piso con tristeza— cuando era niña, quedé huérfana después de la muerte de mis padres a causa de un robo en mi casa, un tiempo después, Pain me encontró, ambos nos unimos y trabajamos juntos para sobrevivir, un día me encontré con Nagato, en paz descanse, tirado en el suelo, muriéndose de hambre, ahí le ofrecí un pedazo de pan, causando que después lo llevara a él y a su mascota al refugio para que se uniera a nuestra causa.
—¿Qué pasó con Nagato?
—El murió a causa de una de las torturas de Madara —apretó los puños con rabia— el merecía vivir —sus ojos se acumularon de lagrimas y en cuestión de segundos comenzó a llorar.
