Después de unos largos minutos, salimos de la fiesta.
Elthon finge estar borracho y yo de ser su apoyo para llevarlo de regreso a casa. Lo subo a su Jeep, cierro las puertas. Las lunas polarizadas lo ocultan. Tal vez, este tipo de lunas puede levantar sospechas de las autoridades en Nueva York, sin embargo, aquí, todos los vehículos las usan.
Rodeo el auto y, mientras lo hago, lanzo una mirada panorámica al lugar para ver si alguien repara en nosotros. Nadie nos mira.
Subo al vehículo y Elthon está al volante.
—¿Por qué no te esperaste? ¡Alguien puede verte! —lo regaño.
—No te preocupes y sube —responde, levantando los hombros.
Lo miro para que se haga a un lado para pasar hacia el asiento del costado, pero no se inmuta.
—¿Qué? —me pregunta, levantando las cejas.
—Hazte a un lado —digo.
—Sube, Tarah... ¿o me tienes miedo?
Hago una mueca con la boca y entrecierro los ojos.
Él levanta las manos y separa las piernas. Yo le doy la espalda y paso por encima de él. Me siento en sus piernas, hago un pequeño movimiento circular para simular que me acomodo, siento el contacto, la respiración de Elthon, el ligero temblor de sus piernas. La tensión sexual que hay entre nosotros es fuerte, magnética, algo que no se ha resuelto hasta ahora pero que, quizás, en algún momento se dé. Paso muy lento, me siento a su lado y me acomodo en el asiento de cuero. Lo miro con diversión.
—¿Nos vamos? —le pregunto.
Elthon sonríe y mueve su cabeza negando lo que hice.
Sale por las calles menos concurridas y entra a los callejones llenos de basura. En uno de ellos, veo a los mendigos que una vez Malcom y yo alimentamos. El espejismo del recuerdo de la primera vez que vi sus ojos color carbón, me clava el puñal del desamor. No debo enamorarme de él, mucho menos de Elthon. Al contrario, debo usarlos. Tengo claro mi objetivo.
He pensado mucho sobre dar aviso a las autoridades con respecto a Los Sótanos y el Turbo Neón cuando lleve arriba al asesino de mi hermano, y esa posibilidad toma más peso con el paso de los días. Aunque Elthon se ha portado bien conmigo, sé a dónde pertenece y que todo lo hace porque tenemos un trato, sin embargo, le gusto, y eso puedo usarlo a mi favor.
Tarah, debes dar aviso a las autoridades de lo que hay aquí. Mi voz interna me susurra. Debo hacer lo correcto, aunque hacer lo correcto, no siempre termina bien. Bajo la mirada. Un recuerdo me llena la cabeza de oscuridad.
En la ceremonia de mi padre, algunos generales, superiores de mi padre, reconocían a Colin como una de las nuevas promesas del FBI, pues era su primer año en dicha institución y tenía una actuación destacable en los entrenamientos y exámenes. Mi padre se mostraba orgulloso de él frente a sus pares o sus superiores, pero cuando estaban solos, le pedía a Colin que cuide de cerca de mi madre y a mí; que no se moviera de su asiento hasta que terminara su ceremonia. Él obedecía sin reclamar y se sentaba a mi lado mientras se sacaba sus insignias y me las ponía en mi vestido.
—La coronel Tarah del Ejército de los Estados Unidos—decía, mientras hacía el gesto de saludo—. A sus órdenes.
—¡Quiero que vayamos a la guerra! —le decía.
Reíamos, mientras mamá nos pedía guardar silencio, pues a mi padre ya lo estaban premiando. El presidente, los ministros y superiores de mi padre, le llenaban el pecho de insignias por su hazaña al rescatar a esos rehenes. Todos aplaudían, todos lo admiraban.
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Renacer ✔️
Science Fiction[Primer libro de la trilogía "Renacer"] Mataron a su hermano, ahora buscará venganza. ••• La República De Las Américas, lo que antes era Estados Unidos, se ha convertido en la potencia mundial después de someter a varios países y proclamarlos como s...
