⚡️ Una pista crucial ⚡️

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Al día siguiente despierto con un dolor de cabeza que no me deja tranquila. Vomito tres o cuatro veces y duermo casi todo el día. Solo me despierto cuando alguna pesadilla me obliga a abrir los ojos o a dar un salto por el susto. Estiro mis manos para que Colin me abrace, como siempre lo hacía, pero en su lugar, Gavin es quien me recibe y se queda conmigo hasta que me calmo y me vuelvo a dormir.

Recuerdo las noches de invierno cuando era niña. La tormenta acompañada con relámpagos y truenos me ponían nerviosa y no me dejaban conciliar el sueño. Era Colin quien se sentaba en el borde de mi pequeña cama y me acompañaba. Yo colocaba en posición fetal apoyando mi cabeza en su muslo, mientras él quitaba mis cabellos de mi frente y me susurraba historias que creaba en su cabeza para olvidarme de la tormenta. Así podía quedarse durante horas hasta que me dormía, pero nunca se durmió antes que yo. Había ocasiones en las que la tormenta afuera era tan fuerte que me tapaba las orejas con sus manos para que no pueda escuchar los truenos ni el repiqueteo del agua en el techo de latón.

Pero, ahora que lo pienso, y mientras avanza en silencio entre capas y capas hacia lo más profundo de mi mente, le veo asomándose por la puerta de mi habitación para ver lo que pasaba en la pequeña sala de nuestra casa. Escucho algo más y, entonces, me doy cuenta que nunca me tapó las orejas por la lluvia, sino que lo hacia por los gritos y los golpes que nuestro padre le daba a nuestra madre.

Un dolor abrazador me recorre el cuerpo.

Horas más tarde, despierto con los últimos retazos de un sueño que me deja vacío durante unos minutos. Luego, miro a mi alrededor y recuerdo en dónde estoy y qué busco aquí. Me doy un baño y me siento mejor. Al menos el dolor de cabeza ha disminuido, sin embargo, aún tengo lagunas mentales que no me permiten recordar cómo llegué al departamento.

Gavin está en la sala revisando algo. Es un dispositivo del tamaño de un celular, color negro, con una pantalla pequeña y algunos botones en la parte inferior.

—¿Qué es eso? —le pregunto, mientras me acomodo el cabello en una cola.

—¡Hey! Al fin despertaste. ¿Qué tanto tomaste ayer?

Levanto los hombros sin preocupación. Mientras camino, alrededor de él para sentarme en uno de los muebles, le veo las marcas de mordidas, besos y rasguños que tiene en el cuello y que intenta disimular con un suéter de cuello alto.

—Vaya... parece que no soy la única que hizo cosas que no debía —le digo, mientras levanto las cejas.

—No me lo recuerdes —comenta y levanta un poco más el cuello de su suéter—. Estoy muy avergonzado. Creo que ayer perdí el control.

Me siento con las piernas arriba en el mueble al lado de él. Le sonrío. Gavin es de las personas que ama su casa, su rutina, sus metas, sus computadoras. No suele salir de fiestas, tiene pocos amigos y se dedica a estudiar para poder tener un buen puesto y ser un ciudadano de provecho para Las Américas, de esa forma, evitará ir al reclutamiento para Las Fuerzas de Orden. Aunque el motivo más poderoso es ayudar a su familia porque desde que su padre los abandonó, él ha sido quien ha tomado su lugar y se ha encargado de su hogar.

Incluso así, cuando le pedí que me ayudara, no lo dudó y lo hizo sabiendo que puede traer abajo todo lo que le ha costado construir para ayudar a los suyos. Lo miro por unos segundos más. Esa es la razón por la que Colin también lo quería como un hermano, ambos compartían la misma lealtad hacia las personas que amaban y que eran importantes en sus vidas. Si Gavin hubiera estado en peligro, ¿yo hubiera arriesgado todo por él? Me sorprendo al dudarlo por un segundo, pero sé que lo haría, mientras que Colin y Gavin lo harían en ese instante, sin dudas, sin perder el tiempo. Esa es y, siempre, será la diferencia entre mi hermano y yo: su noble corazón.

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