Prólogo

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Hace muchos años, en tiempos de guerra entre los pueblos mexicas y tlaxcaltecas, el valiente guerrero Popocatépetl amaba profundamente a la bella princesa Iztaccíhuatl. Para demostrar su valía y ganarse la mano de su amada, Popocatépetl se comprometió a traer la cabeza del general mexica, desafiando al mismo tiempo a su rival, Xinantecátl.

En la batalla encarnizada que siguió, los guerreros se enfrentaron con armas de obsidiana en un baño de sangre. Popocatépetl y sus hombres parecían estar ganando, hasta que una traición provocó una emboscada fatal. Xinantecátl, movido por el miedo y la envidia, regresó a su pueblo con mentiras sobre la derrota de los tlaxcaltecas y la muerte de Popocatépetl.

Al enterarse de la falsa noticia, Iztaccíhuatl, consumida por el dolor, falleció de tristeza. Sin embargo, en el momento de su muerte, los tambores anunciaron el regreso triunfal de Popocatépetl con la cabeza del Guerrero Águila, uno de los líderes mexicas.

Devastado por la pérdida de Iztaccíhuatl, Popocatépetl enfrentó a Xinantecátl y lo derrotó en un duelo mortal. Luego, llevó el cuerpo de su amada a las montañas, donde la colocó sobre un lecho de flores, jurando esperar eternamente a su lado con una antorcha encendida.

Conmovidos por el sacrificio y el amor eterno de Popocatépetl e Iztaccíhuatl, los dioses decidieron transformar sus formas mortales en dos imponentes volcanes. Desde entonces, Popocatépetl cuida amorosamente a Iztaccíhuatl, envuelta en eterna nieve, mientras espera la prometida segunda oportunidad que los dioses les han concedido.

 Desde entonces, Popocatépetl cuida amorosamente a Iztaccíhuatl, envuelta en eterna nieve, mientras espera la prometida segunda oportunidad que los dioses les han concedido

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Corregido; 29/jun/2024

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