Capítulo 6

273 37 2
                                    

El vuelo había sido largo, pero Hiro tuvo la suerte de que la comida servida a bordo fuera decente, desmintiendo así la mala fama que suele acompañar a la gastronomía de los aviones. Se mantuvo entretenido jugando con su consola portátil, viendo algunos de sus animes favoritos, leyendo un buen libro y, por supuesto, durmiendo a pesar de la incomodidad. El tedioso transbordo a otro avión fue una pequeña molestia comparada con la emoción de llegar a su destino.

Se quedó dormido nuevamente antes de aterrizar en México, y el repentino movimiento del avión lo despertó, desorientado. Al darse cuenta de que estaban a punto de aterrizar, rápidamente se abrochó el cinturón de seguridad. El aterrizaje fue perfecto, y pronto se encontró en el aeropuerto recogiendo su equipaje junto con su tía y sus amigos.

Un taxi sin placas, algo que sería difícil de identificar para un extranjero, se acercó a ofrecerles transporte. El conductor aseguró que era seguro, y confiaron en su buena voluntad, a punto de subir al vehículo.

—Esperen —los detuvo un señor que pasaba por ahí—. Yo los puedo ayudar.

—Gracias, pero ya tenemos taxi —respondió amablemente Hiro, aunque la desconfianza de su tía hizo que reconsideraran la oferta del nativo amable.

El hombre los dirigió a un taxi oficial del aeropuerto, asegurando su seguridad. Llegaron al hotel sin problemas y, emocionados por explorar, decidieron visitar un pueblo cercano llamado Santa Cecilia. Tomaron otro taxi hacia su nuevo destino, y en el camino recogieron a un joven coreano que también necesitaba transporte.

Al llegar al pueblo, fueron recibidos por una melodía asombrosa que provenía de la plaza. No pudieron evitar aplaudir al finalizar la canción.

—Increíble pieza musical —dijo Hiro en voz alta, admirado, y sus ojos se encontraron con los del músico. En ese momento, sintió una extraña familiaridad, como si ya lo conociera.

—Gracias —sonrió el joven músico—. Soy Miguel Rivera.

—Yo soy Hamada, Hamada Hiro —respondió Hiro, realizando una reverencia típica de su país natal.

El aire a su alrededor parecía cargado de algo más que simple casualidad. La música, las sonrisas y la inesperada conexión entre ellos crearon una atmósfera mágica. Mientras conversaban, Hiro no podía evitar sentirse atraído por Miguel y por el lugar en el que se encontraban, como si hubiera algo profundamente significativo esperándolo en esa tierra.

 Mientras conversaban, Hiro no podía evitar sentirse atraído por Miguel y por el lugar en el que se encontraban, como si hubiera algo profundamente significativo esperándolo en esa tierra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa noche, después de un día lleno de emociones y nuevos encuentros, Hiro se acostó en la cama de su hotel con una sensación de anticipación palpable. El bullicio de la plaza y la melodía de Miguel seguían resonando en su mente, mezclándose con los aromas de las comidas callejeras y el colorido de las artesanías que había visto durante su paseo por Santa Cecilia. Cerró los ojos y la imagen de Miguel tocando la guitarra bajo la luz dorada del atardecer se superpuso a su visión, dejando una impresión profunda en su corazón.

Mientras tanto, en un rincón místico del universo, las deidades mesoamericanas y japonesas seguían atentamente el desarrollo de esta historia. Xochiquétzal, la diosa del amor y la belleza, y Kannon, la diosa de la misericordia, observaban con especial interés. Sabían que el hilo del destino había comenzado a tejerse una vez más, y la magia del reencuentro estaba palpable en el aire.

En el plano terrenal, Hiro aún no entendía completamente la profundidad de lo que estaba experimentando. Para él, este viaje a México era una aventura cultural y una oportunidad para conectarse con sus raíces mesoamericanas a través de la leyenda de los volcanes. Sin embargo, algo más estaba en juego: un vínculo ancestral que se manifestaba a través de la música y el encuentro con Miguel.

La brisa nocturna parecía llevar consigo secretos antiguos y promesas de un destino aún por descubrir. Para Hiro, cada paso en esta tierra lejana parecía llevarlo más cerca de una verdad más grande, una que involucraba no solo su presente, sino también su pasado y su futuro entrelazados en una danza cósmica de amor y redención.

Al amanecer, Hiro despertó con la mente llena de pensamientos sobre el día que tenía por delante. Sabía que volvería a encontrarse con Miguel en la plaza, donde la música los había unido de manera tan inesperada. A medida que se preparaba para otro día de exploración y encuentros, una certeza se afianzaba en su corazón: su viaje a México no era solo una coincidencia, sino el inicio de una historia que trascendería el tiempo y las culturas, guiada por fuerzas que iban más allá de su comprensión.

En algún lugar del universo, las deidades sonreían, sabiendo que el amor y la magia estaban trabajando juntos para tejer un destino que había estado esperando pacientemente durante eones para manifestarse una vez más en el mundo humano.

























Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo

Te encontré [Hiroguel] [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora