Capítulo 9

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La pequeña banda del chico siguió tocando algunas canciones antes de que pusieran el sonido para dar inicio al baile. Una vez que bajó del escenario, se dispuso a buscar a una persona; una necesidad inexplicable lo impulsaba a ver de nuevo aquellos hermosos ojos, esa sonrisa radiante. Quería sentir el tacto de su piel, aunque fuera solo un roce. No se dio cuenta de cuándo su prima se había ido con el baterista a algún lugar desconocido; estaba completamente inmerso en su búsqueda.

Por otra parte, el japonés se separó de sus amigos, sintiendo una extraña pero urgente necesidad de estar con aquel mexicano. En cuanto la banda dejó el escenario, se sintió arrastrado hacia él. Pasaron unos minutos que ambos sintieron eternos, hasta que sus ojos se encontraron y sonrieron, aliviados por saciar ese repentino deseo de verse otra vez.

Ambos se acercaron y, una vez frente a frente, se saludaron. El japonés hizo una reverencia, como era costumbre, mientras el mexicano sonreía con una mezcla de incomodidad y fascinación, acostumbrado a los saludos con contacto físico.

—Bailar, tú quieres bailar —dijo el mexicano, moviendo su cuerpo para explicar mejor su invitación.

—Hablo español a la perfección —respondió el japonés con una sonrisa—, pero mi cultura no es tan... afectiva con los extraños. En cuanto a tu propuesta, podría aceptarla, pero me da un poco de vergüenza, además de que no sé cómo se baila este tipo de música.

—No tienes que hablarme tan formal. Háblame de tú —dijo el mexicano, tomando la mano del japonés y llevándolo a la pista a pesar de su resistencia—. Es fácil, solo debes seguir la música y dejarte llevar. Aquí nadie se burlará de que no sepas bailar.

—Está bien, supongo.

El nipón, con algo de dificultad, trató de seguir el ritmo del latino. Los dioses observaban la escena, poniendo en marcha su plan. La deidad del amor mexicana, al notar la ausencia de la deidad japonesa, comenzó a mover sus hilos. La tía del japonés, inquieta, decidió buscar a su sobrino en un callejón cercano. En ese momento, un ladrón apareció, buscando dinero. Al ver a la extranjera, se animó a asaltarla, pero al descubrir que no hablaba español, en un arranque de desesperación, la apuñaló. La sangre comenzó a brotar, tiñendo la escena de un rojo intenso.

Mientras tanto, en la pista de baile, la conexión entre el mexicano y el japonés se hacía más profunda. Sus movimientos se sincronizaban, y sus almas parecían comunicarse en un lenguaje antiguo y olvidado. La música, los colores, y la calidez de la noche envolvían a los jóvenes en un aura mágica, mientras las estrellas observaban desde arriba, testigos silenciosos de un amor destinado a ser.

De pronto, el viento se levantó suavemente, trayendo consigo el aroma de las flores de cempasúchil y el sonido lejano de una marimba, como un susurro del pasado. El aire parecía vibrar con una energía especial, una presencia que solo aquellos abiertos a la magia podían sentir. El colibrí, que había seguido al japonés desde su país, apareció y revoloteó entre ellos, como un mensajero divino.

—¿Lo sientes? —preguntó el mexicano, con una mirada intensa.

—Sí, es como si... —el japonés titubeó, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Como si el destino nos hubiera traído aquí —terminó el mexicano.

El colibrí se posó brevemente en el hombro del japonés antes de alzar vuelo de nuevo, dejando tras de sí una estela de luz dorada que solo ellos podían ver. Las deidades mesoamericanas, viendo esta escena, sabían que su intervención había sido exitosa. El sacrificio había sido hecho, y el amor verdadero, protegido.

La deidad del amor mexicana sonreía, satisfecha. Los corazones de los jóvenes latían al unísono, unidos por un destino escrito en las estrellas. Mientras la música seguía sonando y las luces del baile brillaban, ambos jóvenes sintieron una conexión profunda e inquebrantable, una fuerza que trasciende el tiempo y el espacio. En ese momento, el amor floreció en toda su gloria, bendecido por la magia y el romance que solo México podía ofrecer.

























Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo

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Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo. 

Corregido; 30/jun/2024

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