Capítulo 7

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En lo más profundo del reino de las deidades japonesas, Kannon observaba con desdén cómo el destino jugaba con los hilos del amor mortal. Su deseo de intervenir y proteger a Hiro y Miguel era tan ardiente como el fuego de los volcanes que alguna vez adornaron la tierra que ambos ahora pisaban. Sin embargo, las reglas antiguas eran implacables: para recibir el favor de los dioses, debía haber un sacrificio. La sangre derramada era la moneda de cambio, una antigua práctica que ahora yacía en el olvido para la mayoría, pero no para los dioses que aún codiciaban poder.

Desde la penumbra de su santuario, Xochiquétzal observaba cómo los hilos del destino entrelazaban las vidas de Hiro y Miguel. Su corazón se retorcía al ver la esperanza y el amor crecer entre ellos, sabiendo que cada risa, cada mirada compartida, eran pasos inexorables hacia un desenlace que podía ser trágico si ella no intervenía. Las deidades mexicanas, con sus antiguas demandas, exigían un tributo para garantizar la protección del amor en este mundo humano cambiante.

—Lo siento, pero estas almas son mías —murmuró en la penumbra de su templo, desafiando las demandas de las deidades mexicanas que clamaban por su tributo de sangre. Era una batalla de voluntades divinas, donde las tradiciones y los deseos humanos se entrelazaban en un ballet cósmico de pasión y sacrificio.

Mientras tanto, en el mundo terrenal, Hiro y Miguel continuaban su conversación ajena a las fuerzas sobrenaturales que tejían su destino. Charlaban sobre trivialidades como el motivo de la visita de Hiro a México, con la promesa de Miguel de una presentación musical en la Plaza del Mariachi. La invitación resonaba en el aire cargado de magia y misterio, como si el universo mismo estuviera conspirando para unir sus almas en un concierto de destino.

Hiro se comprometió a regresar, sintiendo una atracción inexplicable hacia el joven mexicano. Era como si una fuerza invisible los hubiera unido desde el momento en que se encontraron en aquella plaza, como si el hilo del tiempo y el espacio se hubiera entrelazado para un propósito mayor que ellos mismos. Un propósito que Xochiquétzal y Kannon observaban con ojos vigilantes, dispuestas a desafiar al destino si era necesario para proteger el amor que florecía entre dos mundos, entre dos almas destinadas a encontrarse una y otra vez en el vasto tejido del tiempo.

 Un propósito que Xochiquétzal y Kannon observaban con ojos vigilantes, dispuestas a desafiar al destino si era necesario para proteger el amor que florecía entre dos mundos, entre dos almas destinadas a encontrarse una y otra vez en el vasto teji...

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Hiro y su tía finalmente llegaron a su amplia habitación de hotel, un espacio tan diferente al minimalismo que estaba acostumbrado en Japón que lo dejó impresionado. Desempacó rápidamente y se conectó al internet del hotel, ansioso por explorar los destinos turísticos de México. Sus ojos se iluminaron al descubrir la vastedad cultural e histórica que el país tricolor tenía para ofrecer. Desde el imponente Bosque de Chapultepec, con su Castillo que había sido testigo de épocas tumultuosas de la historia mexicana, hasta el majestuoso Museo Nacional de Antropología e Historia con sus tesoros arqueológicos mesoamericanos, Hiro se sentía abrumado por la riqueza de opciones.

Mientras investigaba, un suave golpeteo en la ventana atrajo su atención. Al acercarse, vio con asombro a un colibrí, el mismo que había cruzado su camino en Japón antes de su partida.

—¿Me has seguido desde Japón? —murmuró Hiro con una sonrisa mientras abría la ventana para que el colibrí se posara delicadamente en su cabeza. La conexión con el pequeño pájaro le parecía un signo auspicioso, una señal de que su viaje estaba guiado por fuerzas que trascendían la comprensión humana.

—Estoy emocionado por descubrir un mundo nuevo... y por conocer a ese chico —reflexionó, pensando en Miguel. Sentía una familiaridad inexplicable con él, como si sus almas se hubieran entrelazado en tiempos pasados.

El cansancio comenzó a apoderarse de Hiro, y con un bostezo se dio cuenta de que era hora de dejarse llevar por el sueño. Se despidió silenciosamente del colibrí, dejando que el sueño lo envolviera con la promesa de un mañana lleno de nuevas aventuras y encuentros significativos en esta tierra lejana y misteriosa..

























Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo

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Gracias por leer, los veo en el siguiente capítulo.  

Corregido; 30/jun/2024

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