XXII

101 32 35
                                    

VUELVES

...

Llegamos a casa en la tarde estaba muy cansada por el viaje, pero en cuanto baje del auto Gella salió de la casa y olvide todo lo que sentía, como siempre corrió para recibirme y con los brazos abiertos se me lanzó encima.

La abrace y percibí su aroma a bebé, aunque ya Gella tiene ocho años aún usa perfume de bebé, traía unas hermosas trenzas y sus cachetes como siempre estaban ruborizados.

—Ann no sabes cuánto te extrañe.

—Yo también te extrañe mi florecita —bese su frente.

—Qué bueno verte ¿te llegaron todas mis cartas?

—Cartas, este... —Durante mi estadía en la clínica siempre pregunté por Gella pero me decían que estaba bien, jamás me entregaron cartas de ella, papá me miró y amplio los ojos —si mi niña las leí todas — mire a papá entrecerrando los ojos y este me hizo señas para que me calmara.

No entiendo la estupidez de mi familia, que empeño en ocultar cosas ya me sentía cansada de todo eso.

Gella me tomo de la mano y me llevo adentro para mostrarme la nueva casa, era mucho más grande que la anterior, refinada y muy bien decorada. Al entrar note que estaba rodeado de mucha vegetación lo que la hacía bastante discreta, sin vecinos.

Mi habitación muy linda, no muy grande pero si cómoda, en cuanto entre note junto a la cama un respirador conectado a una bombona de oxígeno, una mesa llena de medicinas y un libro.

—Ann me encanta tu habitación, y tiene una vista como la de Rapunzel —Gella corrió a la ventana y la abrió — ¿Me puedo quedar aquí está noche?

—Si, además necesito que alguien me cuide.

— ¿De qué hablan? —preguntó mamá al entrar.

—Mami está noche me quedaré aquí a cuidar a mi hermana.

—No creo sea buena idea Gella, Ann tiene que descansar bien y ya tiene una enfermera que la cuide.

—Mamá no tengo ningún inconveniente de que me acompañe está noche.

—Lo sé, pero el viaje fue largo depende de cómo pases esta noche, mañana tomamos la decisión.

—Está bien mami —contesto Gella desanimada.

—Sé que pasaré bien la noche, y mañana podrás quedarte —le di un abrazo y ambas abandonaron la habitación, mamá insistía en que tenía que descansar.

Me recosté por cinco minutos y recordé que Riko estaba allí, y a juzgar por la hora no creo que tenía intenciones de irse, baje las escaleras y estaba conversando gustosamente con mi papá.

Ambos me miraron y Rik se levantó corriendo para ayudarme.

—Estoy bien tranquilo.

—No deberías estar subiendo y bajando la escalera sola —me tomo de la mano.

—El doctor dijo que era necesario que caminara.

—Sí, pero estoy seguro que no menciono nada de escaleras —fruncí el entrecejo y este me guiño el ojo —Deja que te ayude no seas tan terca.

Terminamos de bajar y mi papá tenía una ligera sonrisa en la cara.

—Mi niña —comento tratando de evitar una risa burlona.

—Ríete papá, no es bueno quedarse con las ganas.

—No como crees, no tengo ganas de reír.

—Aja —bufe.

NEUROSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora