XXIII

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Vamos en ocasiones detrás de aquello que puede dañarnos, es como si eso nos generará algún gusto o satisfacción.

...

En cuanto lo vi me quedé estática, mi estómago se anudó, el dio pasos lentos y cerró la puerta con seguro, percibí el aroma varonil de su perfume, traía puesta una sudadera enorme y tenía una pequeña barba que lo hacía lucir un poco maduro, aunque nada exagerada. Me tomo de la mano y dio pasos hasta la cama, hizo que me sentará, mis manos comenzaron a sudar mucho y mi respiración se aceleró.

—Cálmate Ordom no voy a hacerte daño — tomo la bombona de oxígeno y la conectó, midió el oxígeno y me coloco la mascarilla —respira poco a poco, no es bueno que te alteres —respire con calma no dejaba de verlo.

— ¿Qué haces aquí? —demande retirando la mascarilla.

—No creas que necesitaba verte —Gire los ojos —quería asegurarme que tan fuerte eras —sonrió un poco.

—Si vienes a matarme hazlo de una vez por todas y déjate de rodeos —Hans me coloco la mascarilla y tomo un estetoscopio para mirar mis pulsaciones.

—Te estás acelerando mucho, tendré que suministrarte un calmante — comenzó a buscar entre los medicamentos —No recuerdo que dijo la enfermera —pensaba en voz alta.

—Estás loco, no me pondrás nada —hablaba molesta pero en un tono bajo

—Qué extraño que no gritas ¿no quieres que tú familia se entere que estoy aquí?

—Claro que quiero.

—Aquí está —lo tomo y agarró una inyectadora. —Pues me parece que no.

—No es necesario que me inyectes nada, solo dime cómo llegaste acá y que quieres.

—Llevo días esperando para verte, después que reaccionaste no pude visitarte más en la clínica.

— ¿Fuiste a verme? —inquirí.

—Todas las noches, aunque sé que eso no te importa en lo absoluto.

—Es así —respondí con indiferencia, aunque me importaba mucho, en cierto modo me alegraba.

—Lo sé, pero ya veo que estas muy bien.

—Eso es lo único que te interesa, sé que quieres que me recupere para poder da...

—Deja de decir estupideces y déjame hablar, tengo días pensando en cómo decirte esto.

—Ok —Tenía que ser algo muy serio.

—Antes ¿Puedo abrazarte?

Lo mire y fruncí el entrecejo, Hans no vaciló y saco la enorme sudadera y quedó en franelilla, tenía colgado en su cuello una pequeña cadena con un broche. Esa piel un poco bronceada quedaba al descubierto, sus brazos estaban más formados que antes pero tenía una nueva cicatriz en el hombro parecía bastante profunda, la tiró a un lado y se acercó, de manera automática me levanté de la cama y él sonrió y se levantó también decidido a abrazarme.

—Espera —puse mis manos como barrera, pero él me tomo y no me resistí.

Era completamente cálido y fuerte, su perfume era tan agradable, jamás había tenía un contacto completo con su cuerpo, el me sostuvo entre sus brazos por algunos segundos, era como si nuestros cuerpos se extrañaban.

Me sentí pequeña e indefensa, podía escuchar su respiración y como su pecho al tomar aire se unía al mío, estábamos completamente conectados. De pronto comenzó a soltarme y coloco sus manos sobre mis mejillas que imagino ya estaban un poco ruborizadas.

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