Capítulo 27

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Primero, no hacer daño. Como médicos, nos comprometemos a vivir de acuerdo con ese juramento. Pero cuando el daño ocurre, luego viene la culpa. Y no hay juramento sobre cómo lidiar con eso. No hay instrucciones ni metáforas. Lo peor de todo es que la culpa nunca va a ninguna parte por sí sola, trae a sus amigos: las dudas e inseguridades.

Primero, no hacer daño. Es más fácil decirlo que hacerlo. Podemos tomar todos los juramentos del mundo, pero el hecho es que la mayoría de nosotros hacemos daño todo el tiempo. A veces, incluso cuando estamos tratando de ayudar, hacemos más daño que bien. Y entonces la culpa levanta su fea cabeza.

Lo que hagas con esa culpa depende de ti. Nos queda una sola opción. Dejar que la culpa te arroje de nuevo al comportamiento que te metió en problemas en primer lugar, o aprender de la culpa y hacer todo lo posible para seguir adelante.

La segunda semana de enero llegó. El Hospital se encontraba en buenas condiciones, aunque aún arreglaban el desastre de la bomba. Nuevos casos clínicos llegaron y nuevos pacientes se sumaron a la lista.

— Dra. Luthor, ¿me llamaron?— preguntó Diana entrando a la sala de trauma.

La cirujana la saludó con una sonrisa y asintió — Ella es Jenny Carr. Se resbaló y cayó en la ducha esta mañana—

Diana se acercó con cuidado a la mujer embarazada y revisó su brazo. Examinó con cuidado a pesar del claro dolor y la hinchazón en la zona — Es una buena fractura— susurró para sí misma — Señora Carr, ¿ha tomado algún medicamento para el dolor?—

— Se rehúsa— indicó preocupado el esposo de Jenny — Es una mujer fuerte, aunque no me gusta verla sufrir—

La cirujana ortopédica asintió — No cometa ese error. No hay porqué quedarse sufriendo—

— Lo sé. La doctora Luthor dijo que está bien, pero resistiré— dijo muy segura la mujer embarazada y Diana no volvió a insistir.

La cirujana recogió las radiografías y empezó a revisarlas — Definitivamente va a tener que usar férula. Pero, primero necesitamos enderezar los huesos. Le pondremos en el brazo un cabestrillo. La gravedad alineará los huesos—

Mientras tanto, Lena revisaba al bebé en monitor. Según la madre, en el camino, el bebé estaba inquieto y pateando mucho. Sin embargo, ahora se encontraba quieto.

Frunció el ceño y volvió a verificar el aparato. Bajó la mirada descompuesta y se apresuró a mantener la calma y serenarse. No debía espantar a la paciente.

— ¿Me disculpan un momento? Debo ir a... ya vuelvo— se excusó rápidamente y salió del lugar.

Diana miró a su amiga y en definitiva, no se encontraba bien. Le explicó un par de cosas sobre la fractura a los señores Carr y se apresuró curarle el brazo antes de perseguir a Lena.

Terminó a tiempo récord y les dijo una pequeña receta por si cambiaba de opinión acerca de los medicamentos. Después de diez minutos de golpearse mentalmente por no encontrar a la cirujana, la halló en los baños llorando.

Caminó hasta el cubículo y tocó la puerta — ¿Estás bien?—

La titular intentó calmar los sollozos y respondió débilmente — Sí, estoy bien—

— Definitivamente no lo estás— pensó un poco y sonrió — No me hagas trepar la puerta y ver si es cierto. Sabes que soy capaz de hacerlo, así que abre la puerta, socia—

Pasaron los minutos y Diana comenzó a prepararse para escalar. Sin embargo, la puerta se abre y Lena sale con el maquillaje arruinado.

— Venga, vamos a limpiarte la cara mientras me cuentas todo— la guío hasta los lavamanos y le pasó papel.

I was made for you (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora