CAPITULO 5: MEJOR QUEDARSE EN CASA

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UN NUEVO DÍA

Un rayo de luz se cuela en el dormitorio e ilumina tu rostro. Despegas los párpados entonces y en la oscuridad crees ver a Jersey Negro... durante un segundo.

Giras en la cama y tras bostezar compruebas que Annie ya se ha marchado. Ojeas el reloj despertador y sus números verdes te indican que son las 07:09. Todavía tienes tiempo.

Te das una vuelta más en la cama para levantarte y te vestirte.

Envuelto en una tolla y con la radio de fondo contemplas el armario y escoges unos pantalones negros de vestir y una camisa blanca.

Vestido y con el desayuno preparado te sientas en la mesa y dejas que el aroma del café te despierte del todo. Te llevas un cruasán a la boca y notas, a través de la ventana, como una columna de humo se alza hacia el cielo. Te preguntas mientras masticas a qué se deberá aquello... hasta que recuerdas que en esa dirección hay una chabola: misterio resuelto.<<Bien hecho, Sherlock>>, te dices a ti mismo y sonríes.

Contemplas a continuación un ejercito de nubes grises apoderándose del cielo, mientras las blancas huyen desordenadas por doquier. Estás inmerso en tales pensamientos cuando el móvil comienza a vibrar  en la mesa.Pegas un salto y el café se vuelca sobre tu mano acompañado por un elocuente insulto.

-Dígame.

-Dozs, soy Gonzalo - te dice tu jefe-. ¿Has visto las noticias hoy?

-No.

-El gobierno ha emitido un comunicado <<aconsejando>> a la población que se quede en sus casas.

-¿Qué?

-Es por los casos de rabia. Ayer hablé con la esposa de Martín, ella tampoco sabe dónde está.

Los sonidos de aquella llamada... No dices nada <<¿Jersey Negro no había sonado igual?>> piensas.

-¿Dozs?

-¿Eh?

-Que teniendo en cuenta las circunstancias será mejor no abrir hoy ¿Annie ha ido a trabajar?

-Sí...

-Creo que deberías decirle que vuelva a casa... por lo menos hasta que acabe la epidemia esta de los cojones.

-Vale, gracia, Gonzalo -dices e inmediatamente llamas a Annie.

Mantienes el teléfono pegado a tu oreja mientras dibujas círculos con los pies en el suelo del salón y oyes el desquiciante tono de espera.

-Dozs -responde Annie finalmente-, no te preocupes. Nos han dicho a todos que volvamos a casa. Por eso llamabas, ¿no? Estoy a punto de salir.

Te voy a buscar, quédate en la oficina.

-No hace falta, pienso cogerme un taxi ni bien salga por la puerta.

-Cierra la puerta del despacho -dices apretando el móvil-, te aviso cuando esté fuera.

-Dozs, que no es necesario -Annie hace una breve pausa-. Además, ¿no has dicho que es peligroso ir por la calle? ¿Para que vamos a arriesgarnos los dos?

-No era un ofrecimiento. Te llamo al llegar.

-Dozs... [CLIC]

Las calles parecen acoger un domingo de madrugada en plena luz del día. Tu Ford Focus navega solitario por la M40 en dirección norte. Una vez traspasas la M30 y te  adentras en Madrid, vuelves a ver coches particulares y unas cuantas patrullas tanto de policía municipal como nacional. No encuentras militares a tu paso... el incidente del metro debe de haber sido un hecho aislado. De vez en cuando alguien se asoma tras las cortinas de una ventana y te ve pasar.

Tras quince minutos estás frente a la puerta delas oficinas donde trabaja Annie.

Te bajas del coche y llamas al móvil.

-¿Dozs?

-Ya estoy abajo.

-¿Qué tal todo por allí afuera? -te pregunta y oyes como sube al ascensor.

-Todo bien, parece que lo tienen bajo -cuando estás a punto de decir <<control>> sientes una mano en tu espalda.

Giras y te encuentras a un ser repulsivo abriendo su boca mugrienta y bañándote con un olor rancio.

-... por favor -Oyes decir al mendigo tras apartar el móvil de tu oreja.

-No, lo siento -respondes respirando una vez más.

-¿Todo bien? -pregunta Annie al salir por la puerta.

-Venga, vámonos -dices justo cuando una patrulla pasa como un rayo esparciendo en sonido de su sirena por la ciudad.

Sintonizas una estación de música en la radio y conduces de nuevo a casa. Sentada a tu lado, Annie desliza su pulgar por la pantalla del móvil mientras repasa las noticias.

En breve llegas a casa y aparcas el coche en el garaje subterráneo de la urbanización.

-¿Quieres comer algo? -te pregunta tras dejar las llaves en la mesa.

-Esta vez cocino yo.

Annie no se lo piensa dos veces y se deja caer en el sofá.

Te diriges a la cocina y después de pesquisar nevera y alacenas decides cocinar pollo ala plancha con vegetales.

El sonido de las llaves en la cerradura disipa las imágenes catastróficas que habías imaginado y,tras besar a Annie, le dices que tome asiento y que su camarero favorito le llevará su almuerzo en breves instantes.

Coméis en el sofá. Las noticias sobre casos de rabia en humanos siguen apareciendo, así como las de hospitales desbordados y fuerzas de seguridad desfilando por las calles. En Bruselas ya no están aceptando más pacientes en sus hospitales y en Holanda han declarado toque de queda.

Alemania, al igual que Francia, ha cerrado sus fronteras e, irónicamente, Italia ha movilizado gran parte de su ejercito a su frontera con Suiza... más efectivos de seguridad hacia el norte (frontera con Europa) que en el sur (zona continuamente azotada por la inmigración africana).

<<¿Se avecinará la guerra mundial? -te preguntas mientras observas a los militares- ¿Otra vez Europa dividida?>>

-Tengo miedo -dice Annie como si pudiese leer tus pensamientos.

Al mirarla compruebas que la comida en su plato está intacta. Le quitas un mechón de pelo de su frente y cuando te dispones a ofrecerle una palabras de ánimo, alguien llama a la puerta.

Madrid Zombie ExperienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora