CAPITULO 13: NIEBLA

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El mar devolvió a los muertos que guardaba

(Apocalipsis 20.13)


El aire a tu alrededor es pesado, asfixiante. <<¿Dónde estoy?>> te preguntas luchando contra la gravedad que ejercen tus párpados. Cuando consigues abrir los ojos te encuentras en el salón de tu casa. Los muebles están intactos y una niebla azul oculta tus alrededores.

Te pones de pie y el viento visita tus oídos. Se aproxima y se aleja en un interminable coqueteo. El sonido es inconfundible. La brisa marina despierta tus sentidos y regenera el oxígeno en tus pulmones. Desde tu posición no consigues ver el mar pero el sonido solo puede provenir de una dirección.

Concentrándote en ese punto del horizonte sigues el sonido de la brisa marina. Tus piernas se entregan a la armonía del sonido. Tras dar unos pasos la niebla azul te absorbe dejando a tus ojos como meras decoraciones. El sonido se oye cada vez más cerca.

Respiras el aire salado con voracidad. Ya casi puedes sentir la arena bajo tus pies y el agua rodeando tu cintura.

-¡Dozs!

El grito se materializa en medio de la niebla azul y te deja congelado. Su eco continúa resonando detrás de ti. El sonido proviene de la dirección opuesta a la playa.

Si miras hacia al frente puedes oír el graznido de las gaviotas sobrevolando el mar. Si miras sobre tu hombro puede oír el eco de tu nombre repitiéndose en bucle.

Cierras los ojos y decides continuar caminando hacia la playa. Avanzas sintiendo la bruma marina sobre los poros de tu piel. Cierras los ojos y te humedeces los labios. El viento ondea tu camisa celeste como si fuera la bandera de un galera conquistadora y estás a punto de dejarte caer en la arena, cuando lo oyes. Un gemido a la distancia.

Al abrir los ojos compruebas que la niebla azul se ha disipado un poco, pero no lo suficiente como para divisar la playa. Allí donde toma forma la neblina consigues ver la silueta de varios infectados caminando hacia ti. Sus gemidos y gruñidos son inconfundible.

Giras sobre tus talones para volver por donde has venido. Allí también divisas otro ejército de infectados caminando en tu dirección. Los cadáveres parecen estar levitando. Se aproximan a una velocidad vertiginosa. Sus gritos hambrientos son cada vez más ensordecedores.

Cuando el suelo comienza a temblar bajo sus pasos notas algo pesado en tu mano derecha. Tu mirada desciende como un rayo. Un hacha se ha materializado en la palma de tu mano. Los muertos vivientes están ya a escasos pasos, con sus brazos extendidos y sus bocas abiertas reclamando tu carne.

Otorgas un segundo vistazo al hacha y vaciando el aire de tus pulmones en un grito, cargas contra la horda de cadáveres. Tu grito ahoga al resto de sonidos y cuando estás a punto de atacar al primer infectado, la niebla azul retorna y con ella trae el sonido de unos golpes. Suenan a martillazos sobre madera. Jadeando, intentas comprender lo que sucede a tu alrededor, cuando la bendita niebla te rodea y arroja aquellos estruendos sobre tus oídos.

¡DESPIERTA!

Tus párpados se disparan hacia arriba. Estás en el salón de su casa. No hay niebla azul, ni mar, ni Annie. Pero el sonido continúa. Tus pupilas rastrean nerviosas el sonido y llegan a su origen: alguien está llamando a la puerta.

Madrid Zombie ExperienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora