CAPITULO 8: ¿HORA DE RENDIRSE?

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En Aquellos días
los hombres
buscarán la muerte,
y no la encontrarán;
querrán morir,
pero la muerte
huirá de ellos.

(Apocalipsis)

Tus dedos resbalan sobre la botella de cerveza limpiando las <<lágrimas>> que se deslizaban por el cristal. El frío entumece tu mano. Cierras la puerta de la nevera y te derrumbas a su lado. Destapas la séptima cerveza con los dientes y te la llevas a la boca. Dejas que la mitad del contenido de la botella entre en tu boca e intentas tragar a la misma velocidad; terminas empapándote el camisa celeste y los pantalones negros. Un acceso de tos sacude tu cuerpo. Cierras los ojos y reposas la cerveza en la puerta de la nevera.

Te sientes a gusto, despreocupado. De repente, oyes un sonido a millones de años luz, un susurro. El rítmico sonido hace que esboces una sonrisa y abras lentamente los ojos. Parece un tambor emulando el canto de una sirena.

Con mente ligera y cuerpo pesado te pones de pie y buscas el origen de tan placentera música. Los objetos a tu alrededor intentan confundirte, revoloteándose y ejerciendo presión sobre tu cerebro en un vano intento por ocultarte aquello que anhelas. No lo consiguen, la puerta se abre camino entre el resto de estímulos y te dice que acudas a ella. Es ella quien toca el arpa tan dulcemente.

Sientes algo helado entre tus manos. Sin moverlas, acercas el objeto a tu cara o, mejor dicho, tu cara al objeto y te encuentras con una botella de cerveza. <<¿Cómo ha llegado a mis manos?>>, te preguntas mientras ríes.

Tras estudiarla durante unos minutos decides llevarla contigo hasta la puerta.

Oteas la puerta una vez más y compruebas que el redoblar de los tambores se ha intensificado. Te diriges a aquel <<Arco del Triunfo>> mientras un divertido hipo decide visitarte. Caminas con convicción hasta que sientes que tus pies se han topado con algo. Miras abajo y, cuando tu mente comienza a procesar lo que ve, el sonido que proviene de la puerta se torna aún más intoxicante. <<Annie>> piensas. Levantas un pie, luego el otro y prosigues.

Estás frente a la puerta. El sonido ya no se encuentra a años luz sino a escasos centímetros. <<Annie>> repites una vez más; ella es la sirena detrás de la puerta que quiere entrar y abrazarte con todas sus fuerzas. Extiendes la mano derecha, coges el picaporte y tiras hacia abajo.

La puerta <<explota>> hacia adentro y el canto de sirena es reemplazado por un gruñido... entonces comprendes. Intentas recomponerte cuando el zombi te coge por el brazo y se lo lleva a su mandíbula. Tensionas el bíceps y recuperas tu mano. El semblante del cadáver parece ser la mismísima definición del odio. Extiende sus manos profiriéndote otro rugido e intenta asirte a toda costa.

En ese instante sientes el cristal frío en tu mano derecha. Lo aprietas con fuerza y contagiándote del odio que te transmite la criatura le propicias un botellazo en el cráneo. El zombi gime al mismo tiempo que pequeños pedazos de vidrio se dispersan por el suelo. El cadáver enrabiado intenta lanzarte una vez más a por ti.

Los restos de la botella se han transformado en un arma blanca. En un movimiento el vidrio corta el aire y se adentra en el ojo izquierdo del no muerto. Su expresión desquiciada se paraliza para luego desplomarse sobre ti. Repugnado, empujas el cuerpo y sientes como los contenidos de tu estómago suben a toda velocidad por el esófago y terminan por bañar al suelo.

UNAS HORAS DESPUÉS...


Madrid Zombie ExperienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora