CAPITULO 16: NO MUERTOS

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Claudia permanece en el sofá, ni una sola palabra ha abandonado sus labios y su mirada sigue pérdida en algún mundo mejor - supones -. Rambo es una esfinge a su lado.

Estás allí de pie observando a los dos, cuando un sonido zigzaguea por el hueco de la escalera, recorre el rellano y llega a ti. Inclinas la cabeza en la dirección del ruido... ¡Allí está de nuevo! Gemidos, numerosos gemidos subiendo por las escaleras. <<¡La puerta cortafuego está abierta!>>.

Corre hasta la puerta. El rellano se alarga bajo tus pies. Una mano, un brazo, dos piernas putrefactas... Un zombi se adentra y clava sus ojos en ti.

El cuchillo ha quedado en tu casa. 
-¡Rambo! -tu voz resuena en el pasillo y un segundo de silencio lo sucede.

4 pasos: el zombi alza sus manos como garras.
3 pasos: castañea los dientes escupiendo saliva negra.

2 pasos: pega un salto y está a punto de hincarte los dientes...

Rambo aparece en ese instante, muerde su brazo en el aire y se lo lleva al suelo con él.

Los gruñidos del animal superan entonces los del zombi. El infectado le suelta un mordisco a Rambo pero este lo elude y ataca sus piernas. Sus colmillos se hunden en la carne putrefacta y despedazan las piernas reanimadas. La criatura se gira entonces con el afán de liberarse. Ya puedes oír al resto de infectados acercándose a la puerta cortafuego.

Levantas el pie y pones la mira en el cráneo del infectado, tu pie desciende casi hasta el suelo y un crujido retumba en el pasillo. Un gran charco de sangre grisácea se forma alrededor de su cabeza y la criatura se paraliza.

Corres entonces hasta la puerta arengado por los ladridos de Rambo y, antes de cerrarla, observas los rostros ensangrentados de tus vecinos ascendiendo por las escaleras.

Un ejército de manos putrefactas aporrea la puerta, sus puños el granizo de una tormenta moribunda. Das un paso atrás, luego otro y corres hacia tu casa. Portazo.

En el piso encuentras a Rambo gruñéndole a la puerta. Claudia mira en la misma dirección. Sus ojos viajan por todas las zonas de la casa: la puerta, Rambo, tú, la ventana, la puerta... Sus ojos ya no caben en su rostro. Entonces su mirada encuentra la tuya. Corre hacia ti y se abraza a tus piernas.

La alzas y la niña se agarra a tus hombros con fuerza y sientes sus lágrimas tibias en tu cuello; no para de temblar.

Rambo ladra furioso y tú, con Claudia en brazos, juras que vas a encontrar una manera de salir de allí.


MADRID ZOMBIE FIN DEL EPISODIO II

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