🌙 Ningún personaje me pertenece. Todos los créditos a MiHoyo.
🌙 En este libro encontrarás las reacciones de los personajes masculinos a diferentes situaciones y algunos one shot realizados a pedido.
🌙 ¡El +18 está permitido!
🌙 No es necesario...
En primer lugar, lamento mucho haber tardado tanto 😭 Se me acumularon varios trabajos y no pude escribir hasta hoy (me vino una inspiración terrible e inicié y terminé este one shot esta misma noche 😌✌🏻). Espero que te guste el resultado final. Si acaso hay algo que quieras cambiar, no dudes en hacérmelo saber ❤ ¡Vamos a ello! 🌻
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╔──────¤♡¤──────╗ Perspectiva: t/n Narrador: Segunda persona Contexto: Eres una camarera del Obsequio del Ángel Pedido de: ta_kachyan
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—Disfruten de sus bebidas. Si acaso se les ofrece algo más, no duden en hacérmelo saber—La sonrisa forzosa que reposaba sobre tus labios pareció aumentar el entumecimiento de tus adoloridas mejillas.
Te permitiste respirar con normalidad después de que los hombres en dicha mesa te indicaran que podías retirarte, pero apenas si tuviste unos segundos de tranquilidad antes de que alguien más solicitara tu presencia para tomar una nueva orden.
Estabas exhausta. En realidad, no recordabas la última vez en la que te habías sentido tan cansada como en aquel momento. Tus mechones cuidadosamente peinados habían abandonado su orden inicial para adherirse a tu frente, tus mejillas resplandecían de una tonalidad carmesí producto del calor que reinaba en el establecimiento y una fina capa de sudor le otorgaba a tu piel una apariencia casi resplandeciente.
Llevabas varios meses ya trabajando en la taberna El Obsequio del Ángel, pero aquel era tu primer Ludi Harpastum trabajando como mesera. El festival tendía a atraer todo tipo de personalidades de todo Teyvat a la capital de la libertad, por lo que no era de extrañar que la taberna estuviera llena hasta reventar.
Acariciaste tus sienes mientras te preparabas mentalmente para la batalla campal que tendrías que librar para llegar hacia la otra esquina del establecimiento. Tomaste una última bocanada de aire antes de dirigir tus pisadas a la siguiente mesa.
El ambiente era caótico cuanto menos. Una de las principales reglas de la taberna era no solicitar información personal de los clientes, aunque era igual de importante mantenerse tan alejada como fuera posible de los asuntos que allí se trataban. A pesar de ello, no necesitabas pedir una identificación para saber que la mitad de los allí presentes eran ladrones de tesoros.
Tragaste saliva después de que un hombre con una marcada cicatriz te dirigiera una sonrisa amarillenta que pretendía lucir seductora. Miedo. Tenías miedo. Sin el maestro Diluc en la barra, el respeto de los clientes a las meseras no estaba asegurado.
—¿Puedo tomar su... orden?
Una sonrisa incómoda reemplazó la fina línea que formaban tus labios. Tu mirada acarició con lentitud las familiares facciones del hombre que te había hecho llamar. No te permitiste pronunciar su nombre en voz alta en un intento por mantener las formalidades mientras trabajabas, pero el intranquilo palpitar en el interior de tu pecho te delataba.
