#10.1 [💒] - S I T U A C I O N E S

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Al fin a tiempo. Pidan un deseo porque este acontecimiento difícilmente sucede 😔✌🏻

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S I T U A C I Ó N #10:
Una boda caótica

Personajes: Albedo, Tartaglia, Kaeya, Zhongli

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Suspiraste por enésima vez en el día antes de deslizar una enorme cucharada de pudín de chocolate en el interior de tus labios

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Suspiraste por enésima vez en el día antes de deslizar una enorme cucharada de pudín de chocolate en el interior de tus labios. Tus manos temblaban. Podías escuchar a lo lejos el sonido de las campanas al repiquetear las unas contra las otras. No necesitabas ser demasiado intuitiva para saber que llegabas tarde, pero no tenías intención alguna de abandonar aquel lago congelado en los siguientes minutos.

Tragaste saliva antes de ver tu reflejo en la gruesa capa de hielo que recubría el lago. Era el mejor día de tu vida y no podías dejar de temblar como una pequeña niña asustada.

Albedo había insistido en que la boda se celebrara en Espinadragón como un tributo al hermoso paraje en el que se habían conocido. El complicado relieve de la montaña se había amoldado lo suficiente para que la ceremonia pudiera llevarse a cabo sin problemas y los invitados se habían visto maravillados con aquella deslumbrante puesta en escena de las maravillas que Mondstadt tenía que ofrecer.

Si todos estaban tan complacidos con la situación, ¿cómo es que tú podías estar tan nerviosa?

Tu maquillaje se había corrido ligeramente por culpa del sudor helado que se había deslizado a lo largo de tu frente, aunque ni siquiera aquel lamentable detalle podía malograr el hermoso cuadro que tu reflejo te devolvía. Estabas hermosa. Tu vestido era bellísimo, el encaje que decoraba tu torso parecía hacer alusión a los copos de nieve que de vez en cuando impactaban contra tus mejillas sonrojadas por el frío, pero era el velo el que te recordaba que estabas a punto de casarte.

Tu vida entera iba a cambiar cuando dieras el sí en el altar, pero no era eso lo que te preocupaba. En realidad, no podías estar más segura de que aquello era lo que querías. ¿Cómo podrías atreverte a poner en duda el inmenso amor que le tenías al alquimista?

Negaste con la cabeza. No era eso lo que te aquejaba, era un sentimiento extraño en el interior de tu pecho, una vocecita que te susurraba que todo saldría mal tan pronto como te descuidaras.

Miraste tu reflejo por segunda vez. La hermosa muchacha de curvas marcadas había desaparecido. Por el contrario, frente a ti se encontraba una silueta de lo más nauseabunda. Retrocediste un par de pasos con desesperación antes de caer contra la nieve. Te veías horrenda. Nunca te habías visto tan horrible en toda tu vida.

Tragaste saliva. Te veías horrible. Tu padre aún no terminaba de aceptar del todo la idea de que te mudaras a Mondstadt y abandonaras por completo el legado familiar. Habías olvidado tus votos matrimoniales de un momento a otro. Albedo no podría entregarte hijos y se atormentaría toda su vida por ello, a pesar de que constantemente le explicaras que no los necesitabas para hacerte feliz. Tenías miedo. Mucho miedo.

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