🌙 Ningún personaje me pertenece. Todos los créditos a MiHoyo.
🌙 En este libro encontrarás las reacciones de los personajes masculinos a diferentes situaciones y algunos one shot realizados a pedido.
🌙 ¡El +18 está permitido!
🌙 No es necesario...
Tardé muchísimo, pero finalmente he terminado este one shot 🥲 Este pedido era, en definitiva, uno de los que más ilusión me causaba escribir porque el encuentro era bastante detallado.
Creo que lo más difícil ha sido narrar una escena +18 tan larga sin que resultara cansada de leer. He hecho lo posible para cumplir con todas las especificaciones del pedido y de verdad espero haber logrado lo que tenías en mente 🥲
En cuando al otro pedido que me hiciste sobre Scaramouche, espero estar publicándolo la próxima semana, pues aún tengo que ponerme al día con otros pedidos ❤
Sin más que decir, espero que lo disfrutes 💕
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Perspectiva: t/n
Narrador: Segunda Persona
Contexto: Tú y Kaeya se encuentran en una relación, pero ¿qué pasará si hay una dosis extra de celos?
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Soltaste una sonora carcajada después de que el pelirrojo te hiciera girar entre sus brazos al compás de la música. Aquel intrincado paso de baile te había tomado desprevenida, por lo que tuviste que hacer un esfuerzo por no perder el equilibrio ante la atenta mirada del resto de los presentes.
Diluc pareció notar la urgencia en tu mirada, pues te tomó inmediatamente por la cadera en un intento por ayudarte a mantenerte en pie, aunque sus manos se deslizaron peligrosamente por una zona que no creías que hubiera tenido intención alguna de tocar.
Ambos se limitaron a continuar con el baile sin tocar aquel tema en lo absoluto. Al fin y al cabo, solo había sido un descuido por parte de tu compañero de baile.
Definitivamente debía estar pasando algo extraño en la taberna. Aquella era la única explicación que se te ocurría para el hecho de que hubieras tenido la oportunidad de bailar tanto con Diluc como con Albedo en una misma noche. Todos en Mondstadt sabían que era difícil tratar con el pelirrojo cuando no se discutían temas meramente profesionales, por lo que no habías esperado que decidiera invitarte a bailar. El alquimista, sin embargo, era una historia completamente distinta.
Enarcaste una ceja mientras veías al peliblanco desde tu mesa. Te había dejado exhausta. Tu pecho subía y bajaba con intensidad ante el simple recuerdo de la complicada coreografía que te había obligado a imitar apenas unos minutos atrás. ¿Cómo podía ser tan bueno bailando? Más importante aún, ¿qué rayos hacía en la taberna cuando su hábitat natural era Espinadragón? Negaste con la cabeza con efusividad en un intento por apartar aquel pensamiento de tu mente.
