Ocho

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Tratar de calmar mis nervios durante todo el viaje no ha sido fácil, sucediendo que ahora solo aumentan mientras me encuentro parado frente a esta casa, respirando pausadamente, tomando bocanadas de aire profundas, suaves, así alternativamente.

Por un momento incluso miro hacia mi espalda, viendo que el coche de Hyunwoo aún continua donde nos hemos detenido. No paro mi atención en su persona, devolviéndola a la puerta frente a mi, al pequeño botón que aún lado de la misma sobre el ladrillo pintado descansa. Mi mano tiembla en el proceso de acercarla al mismo, estirando uno de mis dedos para pulsarlo y escuchar el sonido tan sencillo pero real que me traslada a este ahora en el que ya estaba viviendo.

Ahora ya si no tengo opción de retroceder e irme, aunque no quiero hacerlo y se que muy en el fondo Hyunwoo acabaría acompañándome a esta puerta y casa, seguramente entrando conmigo puesto que mis padres, seguramente mi madre, le invitaría a pasar y él aceptaría por estar a mi lado.

Atento a la puerta, a cuanto sucede tras la misma, puedo escuchar ya pasos delicados pero seguros, reconociéndolos a pesar de todo el tiempo que ha pasado como los de mi madre. Los pasos cesan de ser escuchados, siendo que ahora me encuentro alzando mi mirada de un punto inexacto para ver a la mujer frente a mi. Nada ha cambiado en ella, sin contar el paso de años que a todos nos hace cambiar de forma distinta.

Siempre ha sido una mujer sencilla pero elegante, llevando sus vestidos bien acomodados, solo unos pequeños pendientes y ni un solo complemento más que su amplia, sincera y llena de amor sonrisa que ahora me brinda la oportunidad de ver antes de acogerme entre sus brazos.

Conteniéndome de no apartarme por culpa de la tensión y los nervios tan presentes rodeo el cuerpo de mi madre con mis manos temblorosas descansando en su espalda.

— Mi pequeño no puedo creer que realmente estés aquí —cierro con fuerza mis ojos —soñé tantas veces con verte aquí y poder abrazarte. Todo este tiempo no pasó un solo día sin tener la esperanza de tener a mi pequeño en casa y ahora estás aquí realmente. Entra mi pequeño a casa, ¿tu primo ha venido contigo?

— Min está en su casa —entro en la casa —prefería venir yo solo, sin mi primo. Tendrá más ocasiones para venir.

Silencio que por un momento nos acompaña y me permite observar, memorizar cada pared, el color, la lámpara que tan bien recuerdo, así como el pequeño mueble donde un jarrón descansa, lleno este de una flor que nunca sabría como se llama, siendo las favoritas de mama. Junto a esta una única fotografía, en la cual salgo yo cuando tan solo tenia unos meses de vida. Observándola con calma y atención siento como los recuerdos se acumulan no solo en mi memoria sino también en mi corazón, limpiando rápidamente bajo mis ojos.

— Kiki mi pequeño.

Masculina, firme, pero llena de amor y preocupación al mismo tiempo. Así es la voz en este momento de mi padre, a quien miro no dudando un solo segundo en abrazarle con fuerza, perdiendo ya todas las fuerzas que obligadas mantenía en mi, llorando como si fuese un niño y no un hombre de veintitrés años que debería mantener las apariencias y ser fuerte incluso en momentos como este.

— Papa lo siento mucho —me disculpo entre hipidos —ese día pude haberte perdido.. todo fue.. fue mi culpa papa.. nunca debí aceptar esa clase de vida para mi y mucho menos continuar con ella sabiendo todo el daño que te había hecho por ello.

— Mi pequeño no tienes que disculparte de nada y mucho menos por el pasado —limpia bajo mis ojos mis lágrimas —soy tu padre y jamás te culparía por ello, ni permitiría que vivas un tormento por elecciones que ya no volverán al presente.

— Nunca volveré a ese estilo de vida papa —prometo —no se que haré con mi vida ahora pero no será como lo era hasta hace relativamente poco. Necesito que me perdones.. si no me hubieses visto aquel día tu corazón no habría sufrido como lo hizo.

Get my number * ShowkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora