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Años después tenía 12 cuando tuve una carrera bastante importante, donde se decía que nos podían llevar a competencias importantes en Europa como había sucedido con Sergio Pérez hace unos años.

Yo sabía que debía dar mi mayor desempeño y al terminar la carrera estuve en el segundo lugar, un buen lugar expresarían varios, pero para mí era la señal de que había alguien que había dado más de sí. Yo era bastante exigente conmigo misma, sin embargo, para mí no era correcto que mis contrincantes me vieran con desprecio, algunos hasta me decían que no debería estar ahí, que jamás lograría nada, que era solo una inútil y que le abriera el paso a quienes merecían estar ahí.

Luego de esa carrera me encontraba con mi instructor celebrando mi triunfo, cuando se acercó a nosotros un señor bien vestido que venía acompañado de dos guardaespaldas. Al observar la cara de mi instructor supe que era importante. Comenzó a hablar con mi instructor y yo solo escuchaba: 

—Aquella chica tiene talento, tiene coraje, tiene lo que se necesita para las ligas mayores.— Expresaba el señor.

 —Sería un placer ser su pilar financiero y hacer que inicie su trayectoria en este mundo, aunque el único inconveniente es que será difícil, porque... porque... digo es una chica.— Mi instructor puso una cara de confusión al escuchar esas palabras.

 Por mi lado yo me sentí atacada, pero no de la misma manera que con quienes me tocaba competir, era como si fuera el fin del mundo, el fin de mi carrera inexistente. Yo no podía dejar que eso sucediera así que intervine.

 —Mire prometo dar lo mejor de mí, seré mejor que cualquiera que haya visto y no se arrepentirá de haberme apoyado, porque esto es la oportunidad de mi vida.— 

Después de mi pequeña y desesperada intervención el señor se retiró. En ese momento me sentí derrotada, y creí que era el final del camino para mí, cuando escucho a mi instructor decir que llamé a mi madre.

Fui por mi madre mientras algunas lágrimas se resbalaban por mi cara, sin embargo, yo no hacía ningún gesto para no verme vulnerable ante las miradas de todas aquellas personas y al llegar con mi madre solo quería romper en llanto, debía controlarme, di un suspiro y la llamé a que me acompañara.

Llegué con mi instructor y estaba con el señor de antes hablando, sus rostros expresaban felicidad, mientras que yo estaba destrozada por dentro. Tenían unas hojas en la mano. Después me hicieron la entrega de dichas hojas y, una pluma y ya sabía que era. Mis manos comenzaron a temblar y empezaron a caer lágrimas de felicidad por mi rostro al leer minuciosamente las hojas, era mi contrato, aquel papel era lo que cambiaría mi vida. Lo firmé y rompí en llanto, era como si volviera a nacer, un sueño cumplido.

Lo que venía era bastante difícil, tenía contrato con un patrocinado, sí; pero debía esforzarme el doble si quería lograr algo.


I am the ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora