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Era una mañana soleada, yo debía estar en las oficinas de mi patrocinador principal junto con mi madre. Íbamos a recibir una importante noticia que podría cambiar el rumbo de mi vida para bien o para mal.

Al llegar me pareció extraño que no se me recibiera como de costumbre, con alguna sonrisa o saludo alegre, en cambio todos eran fríos conmigo, era un ambiente sombrío, como si algo malo hubiera sucedido.

Entré a la oficina del señor quien era mi manager, no se veía contento y soltó la noticia. 

—Estella, tengo una mala noticia para ti...— Eso no era bueno, pensé. —No puedo llevarte más lejos, lo siento no fuiste admitida para fórmula 2

.— ¡¿Qué?!, en ese momento sentí como mis sueños y todo lo que había construido se me caía a pedazos. —Pero ¿por qué?, a caso no me esforcé lo suficiente, puedo mejorar yo lo sé, solo permítame estar un año más.— Respondí con mi voz entrecortada, quería llorar y con una muy buena razón. 

—Estella, no es por eso. Es porque buscan a una imagen más masculina. A alguien que pueda dar el ancho...— 

No lo dejé terminar la oración cuando salí corriendo de ese lugar. No era justo, yo me esforzaba el doble, si no es que el triple para haber llegado a donde estaba y no se podía acabar así, no porque no era lo que esperaban. Así que si querían una figura "masculina" la tendrán.

Después de aquella escena fui con mi madre a mi casa sintiéndome impotente, pisoteada y derrotada. Al llegar lo primero que hice fue agarrar unas tijeras que estaban en mi escritorio, entrar al baño y entre lágrimas, rabia y desesperación corté mis largos y castaños cabellos. Luego al obtener el corte deseado tomé unas vendas del cajón de mi madre y me las envolví alrededor del busto, yo debía parecer un hombre, no me sentía cómoda haciendo eso, pero para mí era la única manera de conseguir lo que quería.

Yo ya no era Estella Ferreira, yo ahora era Emmanuel Ferreira.

Durante las semanas posteriores tuve que acoplarme a mi nuevo yo, que aunque pareciera hombre yo era una mujer, una mujer que conseguirá lo que quiere.

Estuve los siguientes 9 meses entrenando duramente por mi cuenta. Me metía a competencias bajo el nombre de mi nuevo alter ego. Modifiqué cada uno de mis expedientes de carreras anteriores, esperando a que nuevamente tuviera la misma oportunidad del año pasado, competir en fórmula 2.

Volví a acudir a las oficinas de quienes eran antes mis patrocinadores, enseñé todos y cada uno de mis resultados a los cuales les dieron aprobación sin dudarlo. Me sorprendió lo fácil que fue el proceso a comparación de los que había realizado anteriormente.

Tres meses después de aquellos eventos me encontraba haciendo mi tan esperado debut. Había entrado en el equipo de mis patrocinadores. Me sentía realizada y segura, ya que iniciaría una temporada de un año, y si bien me iba tendría otro. Tuve otros tres meses de entrenamiento en mi nuevo vehículo. Debía conocer todas y cada una de sus funciones, la dinámica de las carreras, aprender nuevas técnicas y mantener mi físico. Tuve que dejar las vendas del busto atrás y comprar una prenda especializada para lo que yo hacía.

Luego de aquellos entrenamientos, pruebas y prácticas estaba yo allí en mi primera carrera con un equipo tan especializado. Esta vez fue diferente a las anteriores, fuera de lo evidente, para mí era reconfortante no tener miradas amenazantes, dejar de recibir insultos y lo mejor de todo ser tratada con respeto y ser tomada en serio.

Llegó la hora de dar la salida, y en mi primera vuelta tuve varios inconvenientes. Dado mi evidente nerviosismo lo que sucedía era que todo era confuso, había olvidado todo lo de antes, me sentía un desastre.

Unos segundos antes de iniciar la segunda vuelta miré a mi madre a lo lejos, apoyándome como siempre. Gracias a ella y mi esfuerzo yo estaba ahí. Suspire y me concentré, mis nervios comenzaron a desaparecer y tomé confianza, seguí la carrera como era debido y finalmente la terminé, estando yo en octavo lugar.

Se sentía bastante adrenalina corriendo por mi ser, era emocionante haber obtenido algo así. Yo había tenido una epifanía.

Después de aquella temporada donde obtuve 7 primeros lugares me avisaron que estaría durante otro año en la misma categoría, pero en otro equipo. Yo solo aprovechaba cada segundo de permanencia allí, porque eso significaba que pronto tendría mi gran oportunidad, lo que estuve esperando toda mi vida, ser piloto de fórmula 1.

I am the ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora