capitulo 11✝️

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¿Desde cuándo admiras la oscuridad?

Sara

El momento exacto en el que pierdes la cordura es cuando no puedes separar la ficción de la realidad.

He rememorado el momento en mi cabeza visualizando como alguien sostiene una daga en su mano y de un golpe certero la entierra en el estómago de Amelia, dos días después de su funeral la escena se reproduce en mi cabeza como si yo estuviera presente.

Tal y como dijo Jaece fui a la comisaria, les conté que en ese momento me encontraba en la casa de mi prometido en resumen "mentí".

Mis ganas de destrozar el mundo aumentaban cada vez más, mi padre solo hizo una llamada y fue para decirme que todo estaría bien, mientras mi madre se hacía de la vista gorda con todo lo que pasaba.

No sé por qué siento que la muerte de Amelia fue, como un alivio para ellos.

La he evaluado durante estos últimos días y sé que miente, Abigaíl tuvo que ver con la muerte de Amelia. Pero ¿Por qué?

La miro sujetar su taza de té con porte elegante mientras yo no puedo despegar los ojos de ella hasta que de mi boca sale la pregunta que he querido hacer durante estos dos días.

— ¿Tú la asesinaste? —preguntó.

— ¿A qué te refieres? —contesta enarcando una ceja.

— No me creas estúpida — me pongo de pie mientras hablo —. ¡Asesinaste a Amelia! — afirmó.

Suelta una estruendosa carcajada como si le hubiera contado el chiste más grande de la historia.

— Porque lo haría.

Niego con la cabeza mientras agarro mi cabello con nerviosismo, creo que me volveré loca.

— Tienes razones, no la soportabas, sabías que ella tenía un control único sobre mí —murmuró.

— No tenía un control sobre ti —camina hacia mí sujetando mi rostro para que la mire a los ojos —. Ella te hacía débil, Sara.

Niego mientras dejo escapar una lágrima por mi mejilla, muy en el fondo sabía que Amelia era demasiado buena para pertenecer a mi vida, pero no me importaba.

—¿Por qué lo hiciste, mamá Amelia, era buena?—sujetó sus manos para alejarlas de mi rostro.

— No seas ingenua, Sara, sabes que yo no la asesiné — dice, vuelve y toma asiento para llevar su taza de té a sus labios.

—¿Quién lo hizo?

— Supongo que si supiera algo, el sheriff sería el primero en saberlo — sonríe mirándome.

— Entonces debo creerte el hecho de que estabas en casa junto al asesino de Amelia y no viste ni escuchaste nada — la miro con incredulidad.

— Me acababa de tomar dos pastillas para el insomnio, yo no estaba consciente de nada.

Habla tan calmada. Tan Abigaíl que molesta.

Un escalofrío recorre mi cuerpo mientras trato de visualizar su imagen en mi cabeza.

— Amelia, era buena mamá — las lágrimas bajan de mis mejillas como si de una cascada se tratase.

—Era una pecadora, así como lo soy yo —niego tapándome los oídos para que no continúe, pero me ignora.

—Tuve suerte de apagar las luces — sonríe —. Amelia nunca fue buena, Sara, y eso tú lo sabes mejor que yo — dice.

Si lo sé todo ser de luz oculto, un poco de oscuridad, miro en mis muñecas aquellas cicatrices que pasaban desapercibidas antes que los demás, pero que significaban mucho para mí.

Un nudo se forma en mi garganta mientras esta vez no puedo controlar mi respiración, trato de abrir la boca para buscar oxígeno, pero me resulta imposible.

Coloco una mano en mi cuello tratando de liberar la presión que siento en este.

Lo recuerdo, ella me castigaba, nunca fue buena, esa era la verdad, aunque mi cabeza se niegue a aceptar aquello.

— El de las sombras, te libro de ese monstruo, Sara, deberías estar agradecida — dice.

Poco a poco mi respiración vuelve a la normalidad mientras siento como se deshace el nudo de mi garganta mientras los recuerdos aturden mi cabeza.

Miro por la ventana como la oscuridad de la noche, se apodera de Jackson camino hacia la puerta, saliendo por esta con desdén.

Detengo mis pasos abrutadamente mientras siento como aquellos pasos se acercan a mi volteo viendo aquella sombra a unos pasos de mí.

No trato de visualizar su rostro, ya que es inútil debido a la poca claridad.

Tomo una respiración profunda antes de hablar.

— No te temo — digo tratando de convencerme de aquello.

Lo miro soltar una risa ronca mientras oculto mis manos temblorosas detrás de mi espalda.

Estoy de pie junto al culpable de todas las muertes ocurridas en Jackson, aquel monstruo que no dejaba ver su rostro, pero al parecer se burlaba de mí.

— No pretendo que lo hagas — dice su voz, se escucha robotizada.

Tiene un cambia voz debajo de su capucha, trato de acercarme a él, pero me quedo estática cuando noto en su mano una daga la cual levanta señalando detrás de mí.

Volteo confundida, mirando lo que él señala. Jaece esta parado a unos metros de mí.

Vuelvo la vista con rapidez, pero esta vez me encuentro con la nada, se fue.

Lo habrá visto, Jaece corro hacia su dirección y lo abrazo aferrándome a su pecho mientras esta vez creo que mi cuerpo entero tiembla de miedo. No sé por qué cuando estoy a su lado me siento segura.

— Tranquila — susurra cerca de mi oído.

— Lo viste — Jaece asiente, aun mirando en esa dirección.

— Él no te hará daño, estás a salvo.

Me alejo con rapidez de el cuándo mira a Kira salir de su casa y caminar hacia nosotros. Lo miro con incredulidad mientras retrocedo, no sé por qué pensé que Jaece sería una persona con quien refugiarse.

A Través De Las Sombras [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora