ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 ℭ𝔦𝔫𝔠𝔬

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Erick no hablo en todo el camino a su casa y apenas detuve el auto frente a la misma, se arrojo fuera y corrió directo a su habitación. Pasé el resto del día en la cocina junto a algunos de los empleados que trabajaban allí. Nani, la cocinera, una señora mayor de brillantes ojos azules, se convirtió rápidamente en mi amiga. La mujer parecía pensar que estaba demasiado delgado porque en las pocas horas que estuve en su cocina me dio tanto de comer que me sentí reventar.

—Erick no es tan malo, ¿sabes? —comentó mientras me servía una rebanada de pastel de chocolate—. Ha sufrido demasiado en su vida, por eso se comporta tan evasivo.

La miré con curiosidad—. ¿Qué fue lo que le sucedió?

Nani me miró con una sonrisa suave en el rostro antes de negar con la cabeza y asegurar que no le tocaba a ella contarme eso. Según ella, el día que Erick me tuviera la suficiente confianza me contaría todo. No contaba con ello pero tampoco podía insistir.

Ese día el señor Zabdiel me dijo que podía irme temprano ya que al parecer Erick se había atrincherado en su habitación y no tenía ninguna intención de salir. Despidiéndome con la promesa de tener mi móvil encendido me fui a casa. Cuando llegué a la misma, le marque a mi madre para decirle sobre mi nuevo trabajo y pedirle un consejo sobre Erick.

—¿Estas seguro de lo que viste en él? —pregunto con tono dulce luego de que le hubiera resumido la situación, poniendo énfasis en la mirada que Erick me dirigió en la carretera—. No me gustaría que te equivocaras y salieras herido, Joey.

—Estoy seguro, mamá —suspiré—. Ese chico esta sufriendo por algo, no es el monstruo que todos creen.

La línea se quedo en silencio por unos segundo antes de que mamá suspirara—. Entonces apoyalo, Joel. Hazlo ver que estas de su lado.

—Creo que eso no funcionara con él —susurré mientras me quitaba mis zapatos para subir a la cama—. El chico parece creer que soy algún tipo de carcelero con bonito traje.

—Demuestrale lo contrario —podía escuchar la sonrisa en su voz—. Siempre has sido un niño sociable y
simpatico, no dejes que su actitud te afecte. Muestrale cariño hasta que él te devuelva lo mismo o te mande a freír espárragos.

Reí entre dientes al darme cuenta de que mamá tenía la misma idea que yo. Solo debia ser amable con el chico hasta que dejara de ser un amargado total y comenzara a comportarse como un adolescente de dieciocho años normal. Despidiéndome de mamá, corté la llamada y me arroje sobre mi cama.

Mis pensamientos giraban en torno a la adicción de Erick, su actitud fría y la falta de sociabilidad del chico en la universidad. No sabia nada de su vida que digamos, solo lo más básico que el señor Adam decidió contarme. No tenia idea de donde estaban sus padres o si tenia más familia ademas de su tío. Era frustrante la poca información ya que no podía sacar conclusiones tan rápido y con tan poco.

No sé en que momento me dormí pero me desperto el sonido de mi telefono sonando sobre la mesa de luz. Estirando el brazo, lo tome y lleve a mi oreja mientras buscaba el interruptor de la lámpara.

—¿Hola?

—Joel, lamento molestarte a esta hora —la voz del señor Zabdiel traspaso la línea. Parpadeando rápidamente por culpa de la intensidad de la luz, observe el pequeño reloj digital sobre mi mesa de luz. 4:30am.—. Pero no tengo idea de a quien más llamar.

—¿Que sucedio?

—Tuve una pelea con Erick y él salió de la casa furioso —suspiró—. Hace dos horas que estoy buscandolo pero no tengo idea de donde pudo haberse metido.

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora