ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔗𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔒𝔠𝔥𝔬

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-¿Ma-mañana? -tartamudee, aferrandome al telefono pegado en mi oido.

La cabeza de Erick rebotó hacia arriba, mirandome con los ojos enormes desde el sofá de la sala. Las enormes orbes ambar, tan expresivas como siempre, denotaban la sorpresa que yo mismo sentia mezclada con una fuerte dosis de tristeza.

-Si, Joel -el profesor Mason aseguró-. Necesito que comiences la capacitación lo antes posible, tengo grandes planes para ti y me gustaria comenzar ahora mismo.

Me dejé caer en el sofá de un cuerpo, pasando una mano por mi rostro sin poder encontrarme con la mirada de Erick . Esto no era lo que habia estado esperando cuando llamé al profesor para aceptar el puesto de aprendiz que me ofrecia. Mi idea era irme en una semana. Siete días completos que aprovecharia para despedirme de Erick, y ahora el hombre estaba diciendome que solo tenia veinticuatro horas con mi prometido antes de subir a un maldito avión y colocar un oceano entre nosotros.

-¿No puede esperar un par de días? -mi voz se arrastro, como si estuviese rogando-. Solo unos días.

-Me gustaria decirte que sí, muchacho -suspiró-. Pero la verdad es que un amigo mío estará en la ciudad por unos pocos días y tenia la esperanza de que pudiera pasarte algo de conocimiento ya que tambien es profesor.

-Entiendo -lo entendia pero no lo aceptaba-. Yo... yo no sé si-

Erick, quien habia cruzado la sala sin que me diera cuenta, arrebato el aparato de mi mano y la llevo a su oido. Sus ojos me miraron con el brillo de las lagrimas en ellos-. Él estará en ese avión mañana, se lo aseguro, profesor. -escuchó un segundo antes de asentir-. Me aseguraré de que lo haga, no se preocupe.

Unas palabras más antes de cortar y arrojar el telefono hacia el sofá donde habia estado sentado. El aparato rebotó un par de veces sobre los cojines antes de quedar atascado entre el respaldo y el asiento. Me centré en mirar el estupido aparato negro, intentando asimilar lo que habia sucedido en un espacio quince minutos.
Me iría. Me subiría a un maldito avión en veinticuatro horas y dejaría todo atrás.

Podia engañarme diciendo que en un año volveria pero todos sabiamos que en el correr de ese tiempo las cosas cambiarian. Volvería, pero tendria que rearmar mi vida nuevamente aquí. De cero, como cuando tenia dieciocho años y la cabeza llena de sueños universitarios.

El peso de Erick se deslizó sobre mi regazo de forma lenta y pausada. Su pequeño cuerpo acomodandose a horcajadas sobre mis piernas, sus finos brazos enredandose en mi cuello suavemente. Mis manos automaticamente rodearon su cintura antes de que echará la cabeza hacia atrás y mirara sus ojos humedos.

-Te amo. -suspiró mientras bajaba la cabeza y unia nuestros labios.

Me hundí en la sensación de tenerlo entre mis brazos, adorando el ligero peso y el calor de su cuerpo contra el mío. Encajábamos, habiamos sido hechos para estar juntos y era una mierda absoluta el que tuviera que abandonar esa dulce sensación para poder cumplir mi sueño. El pensamiento de llevarme a Erick conmigo volvió a mi mente mientras sus labios se abrian y me hundia dentro de la humeda caverna de su boca. Pero no podia hacerle eso a él, no podia quitarle todo lo que con tanto esfuerzo habia logrado.

Mi bebé habia recorrido un largo camino en muy poco tiempo y ahora era el momento en que yo debia dar un paso a un lado y dejarlo caminar con sus propios pies. La conversación en la oficina de Zabdiel rebotó en mi mente. La palabra "dependencia" de la que el hombre me habia advertido brilló como un cartel luminoso y aunque en un principio pensé que habia sido con respecto a Erick, ahora me daba cuenta de que el que se habia vuelto dependiente era yo. A los besos, a las sonrisas y al sonido de la voz del menor.

Los dedos de Erick se deslizaron por mis hombros hasta los botones de mi camiseta, cada pieza plastica fue liberada de su respectivos ojales hasta que las palmas de sus manos se apoyaron sobre mis pectorales antes de enredarse en el vello de mi pecho. La inseguridad que Erick habia tenido cuando lo habia conocido parecia haber reaparecido.

-Lo harás bien sin mi, bebé. -suspiré en su oido, realmente creyendo mis palabras. -Me moriré sin ti. -sollozó.

-Creo que soy yo el que no podra vivir sin ti, mi niño mañoso.

Los sollozos le siguieron a esa declaración mientras ambos nos esforzabamos por quitar la ropa de nuestro camino. Besé cada trozo de piel que alcancé, susurré cada palabra de amor que conocia y acaricie cada rincón de su cuerpo, atesorando la sensación de bajo mis palmas. Las lagrimas se mezclaron con el sudor mientras nuestros cuerpo se rozaban como si fuesen la misma cosa.

No nos importó no llegar hasta la cama, no cuando nuestros cuerpos finalmente se fundieron en uno. Los gemidos de Erick hacian eco con los míos, entremezclados con palabras de despedida que ninguno de los dos quería pronunciar y que se perdieron entre cada estocada de mis caderas. Un día sin esa sensación de tener mi mundo entre mis brazos era demasiado para mi, no quería pensar lo que seria estar un año sin ella.

Las pestañas humedas, la piel de bronce perlada con sudor y los gemidos escapando entre los suaves labios rosa. Besos suaves se perdieron en un grito cuando el climax nos alcanzó a ambos al mismo tiempo, golpeandonos como un rayo en plena tormenta electrica. Escalofríos recorrieron mi cuerpo.

Nuestras miradas se encontraron, aturdidas y cansadas pero con el amor aun brillando en ambas.
Chris nos encontró aun enredados en la alfombra y tuvo una de sus tipicas escenas sobre cuan obsenos eran los jovenes de hoy en día. Toda sus risas y dramas murieron cuando le informamos sobre mi ida, el castaño lloró y prometio patearme el culo si no se me ocurria volver a verlo al menos una vez en ese tiempo. Sonreí, intentando no comprometerme en algo que tal vez no podria cumplir.

Esa noche dormí enredado con Erick y le conté miles de cuentos distintos que hablaban de amores invencibles. Mamá lloró por horas en el telefono cuando le informe de mi viaje, papá me deseo un buen viaje aun cuando tambien parecia a punto de llorar. Harry, Louis y Rich lograron alcanzarnos en el aeropuerto mientras estrechaba a Erick entre mis brazos e intentaba no desmoronarme cuando veía todo lo que dejaba atrás y pensaba en todo lo que cambiaria en mi tiempo fuera.

Tal vez Harry maduraria, aunque dudaba que si en veintidos años no habia sucedido un año no haria la diferencia pero de todas maneras, sentía que podia hacerlo. Louis se haria más tatuajes y habia probabilidades de que Rich tuviera su primer relación seria y yo no estaria para burlarme de él. Dios, la gente tenia razón sobre que las despedidas siempre hacian que te sintieras melancolico.

Enganchando mi mochila en el hombro, escuché una vez más el llamado de mi avión por los parlantes. Miré con un intento de sonrisa a la pequeña congregación que habia llegado a despedirme. Hasta Zab y Nani estaban allí, y ni que hablar de Chris que lloraba a mares como si estuviese despidiendo a su hijo para que vaya a la guerra.
Suspiré-. Nos vemos en un año.

-Aquí estaré. -aseguró Erick.

Dejando un último beso en sus labios, me voltee y caminé hacia el pasillo para subir al avión, dando una ultima mirada a mi pequeña familia sobre mi hombro antes de que las puertas se cerraran detras de mi.

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Mañana subo el capítulo final y el sábado subo el prólogo de una fic escrita por mí y de verdad espero que les guste 🤍

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora