ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔙𝔢𝔦𝔫𝔱𝔦𝔡𝔬𝔰

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—¡Joel llegaron tus primos, bajen a saludar! —mamá grito desde el primer piso, taladrando mi oído.

La mujer tenia unos malditos buenos pulmones, estaba seguro que hasta Chris la había escuchado gritar. A pesar de que sus palabras habían interrumpido mi tranquila siesta, adoraba sentir un poco de esa calidez hogareña que no tenía en el departamento de Miami. Aunque estos hábitos consistieran en mamá gritando para que moviera mi perezoso culo o papá pidiéndome ayuda para reparar su auto, no podía evitar aceptar que había extrañado esa familiaridad.

Erick se revolvió contra mi costado, acurrucándose más cerca antes de lanzar un suspiró y seguir durmiendo. Había sido una muy mala idea dejarlo dormir, el chico era perezoso por naturaleza y ni hablar de su humor amargo al despertar. La última vez que había salido sorteado para despertarlo -si, dejábamos a la suerte quien arriesgaría su culo- había esquivado por muy pocos centímetros el reloj que Erick lanzó a mi cabeza. Que dios me ayudara, porque no creía ser capaz de escuchar el humor critico de mi familia compitiendo con el mal humor del pelinegro, se iniciaría la Tercera Guerra Mundial en la sala de mis padres.

—Erick, bebé, despierta. —susurré, acariciando su mejilla mientras dejaba pequeños besos en la linea de su mandíbula hasta llegar a sus labios—. Vamos, cielo, abre los ojos para mi.

—Shhh. —silencio, palmeando mi boca antes de girarse, dándome la espalda y alejando su rostro de mis labios.

Rodee los ojos antes de soltar un suspiro, la forma amable no funcionaria con él hoy. Sin más opciones, me baje de la cama y jale a Erick junto a mi, arrojándolo sobre mi hombro. El chico no dijo ni pío por lo que elevando mi mano, palmee su trasero con todas mis fuerzas consiguiendo un chillido agudo como respuesta.

—¿Qué haces, idiota? —su manos golpearon mi trasero mientras intentaba bajarse—. ¡Bájame, Joel! Estúpido fastidioso patán, te digo que me bajes.

Riendo entre dientes lo moví entre mis brazos hasta que pude acomodarlo de manera que podía ver su rostro, sus piernas enredadas a mi alrededor. Erick me miró a los ojos con la furia brillando en sus orbes verdes, alguien se había despertado de mal humor. Su cabello oscuro estaba disparado hacia todos lados y podía visualizar una pequeña marca, seguramente de las sabanas, cruzando la piel de su mejilla.

—Veo que el pequeño príncipe a decidido despertar. —me burle.

—Idiota. —gruñó.

Reí—. Así me quieres.

Erick pasó mala cara y tuve que ahogar mi risa. Estirando mis labios hacia él, pedí un beso en silencio. El ojiverde me miró por unos segundos, como si estuviese meditando sus opciones antes de que sonriera y uniera nuestros labios. Sosteniendo su peso con un solo brazo, hundí mi mano libre en su sedoso cabello empujándolo más cerca mientras forzaba mi lengua dentro de su boca. La deliciosa sensación de seda caliente y un tenue sabor a chocolate me recibieron y no pude contener el gemido. Besar a alguien nunca se había sentido tan malditamente bien.

Las uñas de Erick se hundieron en la piel de mis hombros mientras que sus caderas se mecían contra mi, refregando su erección cubierta por sus jean sobre mi abdomen. Erick soltó un sonido sorprendido cuando enredé mis dedos en las finas hebras de su cabello y le di un ligero tirón, sus ojos oscuros por la lujuria se enfocaron en mi antes de que volviera por otro beso. Apenas podía contener las ganas de arrojarlo sobre la cama, despojarlo de su ropa y enterrarme profundamente en...

—¡Lou trae la cámara, no puedes perderte esto! —gruñí cuando la rasposa voz interrumpió el beso y un avergonzado Erick se alejó, escondiéndose en mi cuello. Estreché los ojos hacia el rizado de pie en mi puerta, intentando trasmitirle todo mi fastidio con esa mirada. Harry sonrió—. Por favor, no se detengan por mi, sigan adelante. Yo solo me quedaré por aquí, sin hacer ruido y los grabaré.

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora