ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔗𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔖𝔦𝔢𝔱𝔢

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Las dos semanas siguientes pasaron volando. Erick se habia hecho amigo de varios chicos, que como él, asistian a las reuniones semanales en el centro de recreación. Rico tenia muchas esperanzas puestas en el ojiverde, vivia rebotando a su alrededor con una gran sonrisa y repitiendole a todo el mundo lo orgulloso que estaba de su nuevo mejor amigo -agreguemos aquí el hecho de que me senti un tanto exiliado por el moreno, aunque Rich siempre me aseguraba que yo ocupaba el segundo lugar. Si, un gran alivio saberlo.

En cuanto a Christopher y yo... las cosas no habian cambiado mucho. Seguíamos teniendo la misma relación de amor/odio que siempre habiamos mantenido. El único cambio eran los casuales comentarios que el rubio hacia de su familia, informandome con suavidad, de cosas respectivas a ellos. La cual al parecer ahora era tambien mi familia.
Erick estaba al borde de la locura con respecto al tema de la boda. Comenzaba a temer que el niño se arrancara el cabello por el estrés que estaba imponiendose él mismo. La última vez que habia intentado intervenir en eso, casi quedo fulminado con la mirada que el chico me dirigio.

Eso sin agregarle la pesada tensión sexual que existia entre Chris y Zab. Si las cosas seguian de ese modo ibamos a tener que intervenir y tal vez arrojar un par de pastillitas azules en el café de ambos, eso haría que dejaran el orgullo a un lado y dejaran de mirarse como si follaran con los ojos.

—Ya basta con eso —arranque la revista de las manos de Erick, arrojandola lejos antes de arrastrarlo a mi regazo—. Estoy cansado de verte con la nariz enterrada en esas cosas.

—Necesito esa revista, Joel —se quejó, intentando escapar de mis brazo—. Es importante para mi.

—Para mi es importante que te tomes un segundo y mires a tu alrededor —gruñí.

Habia arrastrado al chico al lago, en un intento desesperado de que el niño tomara un poco de aire. No habia estado funcionando demasiado bien. Erick había traido consigo una revista y ni siquiera le habia dado una segunda mirada al paisaje antes de dejarse caer contra un árbol y enterrar la nariz entre las paginas.

—Joel, por favor, no empieces. —se volteo a mirarme con el ceño fruncido.

—¿Que no empiece que?

—Has estado quejandote toda la madita semana —chilló—. Estoy un poco harto de escucharte.

Volvió a intentar zafarse pero se lo volvi a impedir.

—Oh no, cariño, tu no te vas a escapar de esto. —aseguré, acostandolo en el suelo, aferre sus manos sobre su cabeza y me sente sobre sus caderas—. Vamos a hablar de esto lo quieras o no.

—Sal de encima de mi, idiota. —se revolvió.

—No, no hasta que me digas que mierda te esta sucediendo.

Me fulmino con la mirada—. Me encantaria saber lo mismo sobre ti. ¿Que rayos crees que estas haciendo?

—Estoy intentando salvar esta relación —gruñí, acercandome tanto a su rostro que nuestras narices se rozaron—. Estoy intentando entender porque mi prometido ni siquiera me ha dado un beso en la última semana. Intento averiguar porque rayos no has entrado a tu estudio en la misma cantidad de tiempo y me encantaria saber desde cuando eres un maldito fan de las revistas de bodas porque cada vez que te veo tienes una en tus manos y ni siquiera me miras.

—Eso no es verdad —aseguro—. No ha pasado tanto tiempo desde la ultima vez que nos besamos.

—¿Ah no? —eleve una ceja—. ¿Cuando fue la ultima vez que tu comenzaste un beso, Erick? ¿Cuando fue la ultima vez que me tocaste primero tu sin que me tuviera que arrojar sobre ti como si fuese una puta?

—Yo... —su voz murió poco a poco mientras me veía, la comprensión en sus ojos.

—Me estoy esforzando mucho por comprender lo que esta sucediendo, me he dado tantas excusas con respecto a tu comportamiento que ya ni yo me las creo —sentí mis ojos arder y me maldije por ser tan emocional—. ¿Ya no me quieres, Erick? ¿Por eso ya no quieres besarme?

Sus ojos se abrieron enormes—. ¿Que? No, no, no. Claro que te quiero... Joel , mierda, no pienses eso. Jamás dejaré de quererte.

Me impulse fuera de él, alejandome un poco hasta que pude apoyar mi espalda en un arbol—. ¿Entonces que sucede, Erick? —susurré, mi voz rota—. ¿En que momento nuestra relación dejo de interesarte?

—Joel,  yo te amo.

—¡Pues no parece que lo hicieras! —grité, las lagrimas ya corriendo por mis mejillas. Intentando sobreponerme a la sensación de perdida que habia estado anidando en mi pecho en los últimos días—. Ni siquiera me has mirado en dos semanas, no desde que Christopher me dijo que era su hermano.

—Claro que te he mirado, Joel , como crees...

—No, no lo has hecho —sacudí la cabeza, cortando sus palabras. Lo miré a través de mis lagrimas—. ¿Como es que tu tío se dio cuenta antes que tu de que he perdido peso? ¿De que ni siquiera he dormido? Erick, hasta yo mismo veo que estoy hecho mierda y a ti ni siquiera te importa.

—¿Has... has perdido peso? —tartamudeo. Asentí suavemente, desde que era un niño pequeño habia sido siempre igual, mamá solía evitarme las angustias ya que estas lograban que bajara de peso en un tiempo record, como si alguien arrancara todas las ganas y la salud de mi cuerpo de un solo toque. Eso era lo que estaba sucediendome en ese momento

—. Oh por dios, Joel, has adelgazado mucho. Lo siento, bebé, yo nunca quise que esto sucediera.

—¿Que esta sucediendo, Erick? —pregunte nuevamente, viendo como el moreno se arrastraba hasta quedar acomodado sobre mi pecho y me miraba—. ¿Hice algo mal? Porque si lo hice puedo arreglarlo, solo debes decirmelo, solo...

—¡No, no, no! —sacudió la cabeza. Antes de acunar mis mejillas en sus manos, él tambien estaba llorando para ese momento—. Eres perfecto, Joel, tu no has hecho nada malo.

—¿Entonces?

—Soy un idiota, cariño —susurró—. Tengo tanto miedo de perderte que te he estado lastimando a ti en un intento de protegerme.

—¿De que hablas?

Me miró directamente, hipando—. Quiero que vayas a Londres y hagas ese curso.

—¿Ahora quieres que me aleje de ti? —susurré, sintiendo tanto dolor que era un milagro que pudiese hablar—. ¿Tanto asco me tienes que ahora ya no me quieres a tu lado?

—No, claro que no —apretó los ojos juntos—. Estoy haciendo todo mal, nuevamente. —¿Que quieres de mi, Erick?

—Quiero que seas feliz. —murmuró—. Quiero que cumplas tu sueño de ser aprendiz y que vuelvas a mi siendo el mejor profesor que Miami ha visto.

—Yo no puedo dejarte, bebé.

—Tu no vas a dejarme —aseguró—. Estaremos siempre en contacto y puedo ir a visitarte los fines de semana.
—Solo podremos estar juntos un par de horas.

—Es todo lo que pido. —coloco un suave beso en mis labios—. Siento haberte herido, Joel, solo... tengo tanto miedo de que no vuelvas que quería evitarme ese sufrimiento.

—Mirame, bebé —levanté su rostro con mis dedos—. Yo soy tuyo, jamás dejaré de serlo, ¿entiendes eso? Por más que me vaya a vivir diez años a la China, tu seguiras siendo el único para mi.

—Esta bien. —murmuró—. No vas a irte a vivir a la China, ¿verdad?

—No, cariño —sonreí—. Y si lo hiciera, te meteria dentro de la valija y te llevaria conmigo.

—Es bueno saberlo.

Lo apreté contra mi pecho, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo contra el mío y al dejando esa sensación de malestar irse de mi pecho.

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Faltan dos capítulos para terminar está fic es por eso que no había actualizado y una vez que termine me gustaría publicar una de mi autoría, en mi Instagram @luv_jrk les pondré las descripciones de mis fics y podrán elegir la que más les guste, la que te ha más votos será la que publicare. 🤍

𝕭𝖗𝖆𝖛𝖊 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora