7. Dulce celeste

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—¡Oye, tú!

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—¡Oye, tú!

—Mm, ¿qué?

—¿No me reconoces?

—¿Quién eres?

—¡Te hice una pregunta, imbécil!

—¡Hey!, relájate. No, no te conozco.

—Lo supuse. Da igual quién soy, al parecer me olvidaste, tonto.

—Pero, si no me dices quién eres, no me acordaré de ti.

—¡Cállate! Sigue viviendo como has vivido hasta ahora, anda, que así vas bien.

—Espera, creo que te recuerdo... ¿Cómo te llamabas?

—Estoy impresionada. Ni siquiera sabes quién soy. Con todo lo que pasamos juntos… Yo estaba ahí para ti, y tú estabas ahí para mí. Cada caída, cada pérdida —la desilusión en mi rostro es notable—. Siempre estábamos juntos cuando algo malo pasaba.

Veía como su rostro se tensaba y segundos siguientes dice unas palabras algo exaltado:

—¡¿Cómo te LLAMABAS?!

—Ahora posiblemente me tomes como algo malo, pero estaba ahí, siempre, y eso no es malo, tenías a una amiga.

—Si sigues de esta forma va a ser peor…

—¿Recuerdas que querías verme en persona?

—¿Qué?

—Me imaginabas como una silueta azul celeste, que te daba la mano cuando te sentías mal. Mírate ahora. Tienes esposa, hijos, carrera, trabajo, estudios, vida. Ahora no tienes por qué acudir a besar mis palabras. Ahora eres libre. Espero volver a sentirte pronto, aunque, sinceramente, no quisiera eso para ti.

—Espera…

—Adiós.

—Eres…

Cuando los colores hablan ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora