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Sucedió un atardecer, cuando los pájaros culminaban su fiesta matutina. Yo me encontraba sentado en un parque, solo, paciente, tranquilo. Me llamó la atención un perro que iba olfateando mi rastro desde mi casa. Creo que esa fue la primera vez que me sentía incómodo teniendo a mi lado un animal que, a pesar de lucir dulce, se contemplaba feroz, justo como una hermosa estrella acariciando el planeta Tierra. El perro me pidió comida. Yo sabía lo que ocurriría al alimentar mi curiosidad: el perro pediría un nuevo plato; pero aún así logré satisfacer al hambriento animal entregándole un trozo de carne humana directamente recogida desde mis entrañas. Para mi sorpresa, el perro se marchó feliz, y yo, lleno de duda, me estaba lamentando de haberle dado parte de mi a un desconocido.
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Cuando los colores hablan ✔️
PuisiHay palabras que no se dicen, pero que duelen. Hay cosas que no se tocan, pero se sienten. Personalmente en este libro entrelazamos historias que conforman, con la libertad de nuestros poemas, la vida humana. Sentimientos que son invisibles a la vis...