McGonagall había llevado a Ivy con Dumbledore, y la conversación se podía reducir a una bronca por parte de la profesora de Transformaciones porque tenía que haberlo dicho antes. Lo cierto era que Ivy lo habría dicho si hubiera sentido que podía confiar en los profesores, pero había visto las miradas de Dumbledore y cómo no hacía nada por muchos de los alumnos que, en esos momentos, estaban sufriendo las consecuencias de los inicios de la guerra. Por ese motivo, Ivy no había dicho nada y ahora una alumna había muerto y la otra estaba grave en la enfermería. "Nada que Madame Pomfrey no pudiera arreglar", había dicho el director.
Pero bueno, como bien le había contado a Vanessa, habían solucionado su problema más urgente: el ansia de sangre. Resultaba que Madame Pomfrey podía hacer milagros, no solo con niñas a las que habían desangrado casi por completo, sino también con vampiras con un gran ansia de sangre, y Ivy había quedado saciada después de eso. No se había dado cuenta de cuánta tensión tenía acumulada hasta el momento en el que terminó con todo lo que le dio Madame Pomfrey. Bendita poción de sangre y bendita Madame Pomfrey. Quizá sí que podía haber confiado en ella.
—¿Y cómo te has convertido? —Vanessa seguía con las preguntas.
Después de ver a Madame Pomfrey, Ivy había querido ir a su habitación, pero claro, ni siquiera había podido entrar ya que en la puerta de la sala común estaba Vanessa, esperándola de brazos cruzados, y como Ivy no quería arriesgarse a que nadie más oyera, se llevó a su amiga de allí y se escondieron en una de las clases abandonadas.
—No hubo ningún pelirrojo con moto, solo un vampiro con mala leche —confesó. La cara de Vanessa fue de decepción total.
—¿Y me mentiste?
—Venga, Nessie, no podía decirte que ahora soy... —todavía no lo había dicho en voz alta. Vanessa había sido quien se lo había dicho a McGonagall y ella no había dicho nada en la conversación con Dumbledore, solo había respondido a las preguntas. Parecía un buen momento para decirlo, ¿no?—. Vanpira.
—Lo has dicho mal —dijo Vanessa. Ivy negó.
—Me gusta más cómo suena.
—Pero Ivy...
—No, vanpira. ¿Quieres que siga respondiendo a tus preguntas o prefieres que me vaya?
—No, no, quiero saber más —Vanessa no tenía ningún miedo a Ivy, por lo que no dudó en acercarse a ella para poder hacer todas las preguntas, aunque en realidad quería ver si conseguía echar un vistazo a los colmillos de Ivy—. ¿Tienes poderes? ¿Puedes dormir? ¿Y la luz del sol? ¿Qué pasa con el ajo? ¿Y las cruces? Menos mal que no tenemos cruces en Hogwarts, porque si no no sé como entrarías a los sitios...
—No lo sé, no he probado nada de eso —Ivy se encogió de hombros mientras que Vanessa abría la boca de par en par.
—¡Pero Ivy!
—Bueno, tenía cosas más importantes en las que pensar —se defendió ella.
Como la niña del tren. Luna Drake. Ivy nunca iba a poder olvidar su nombre, era imposible. La había matado sin más y luego se había puesto a fingir que no sabía nada de ello. ¿Cómo iba a contarle a Vanessa que era una asesina? No, su amiga no la miraría igual y no quería perderla, ahora mismo la necesitaba demasiado. No era la reacción que esperaba, claro, porque lo normal hubiera sido que saliera corriendo, pero lo único que había hecho era gritar que era una vampira —vanpira, muchas gracias— y luego preguntarle sin parar.
—¿Y no tienes curiosidad por probarlas? —se notaba la intriga de Vanessa, una que estaba empezando a calar en Ivy. Vale, había matado a una niña, pero ya estaba hecho, iba a cargar con ese secreto para siempre y lo que le quedaba era intentar utilizar su nueva condición de la mejor forma posible.
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𝕸𝖆𝖌𝖓𝖎𝖋𝖎𝖈𝖊𝖓𝖙𝖑𝖞 𝕮𝖚𝖗𝖘𝖊𝖉 | Narcissa Black
أدب الهواةIvy Blestem tenía aspiraciones de lo más mundanas una vez cumplidos los dieciocho: quería ser cineasta, pasarlo bien con sus amigos y tratar de pasar desapercibida en su último curso en Hogwarts después de que todos en Slytherin se enteraran de que...
