𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝟒 - 𝖆𝖒𝖔𝖓𝖌 𝖚𝖘

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A medida que septiembre llegaba a su fin, comenzaba a anochecer cada vez más pronto, las hojas se teñían de colores cálidos e, irónicamente, costaba más pasar el tiempo en el exterior debido a la bajada de temperaturas. Con la llegada de octubre vino el espíritu festivo de los alumnos por el próximo Halloween, una celebración popular en el castillo.

Vanessa adoraba Halloween y se pasaba los días sugiriendo a Ivy formas de disfrazarse de vampira sin que la descubrieran, pero ella declinaba cada una de sus ideas. Porque, por mucho que insistiera, ni iba a sacar sus colmillos de verdad ni iba a llevar unos de plástico que le hacían parecer una morsa.

—Estás desaprovechando una oportunidad única de ganar el concurso de disfraces, Ivy —le reprochó durante la hora del desayuno.

—¿Una oportunidad única de que descubran que soy una vampira, dices?

—¡Pero yo podría disfrazarme de cadáver y hacer de tu víctima!

Ivy rodó los ojos, pero no ocultó su risa. Por suerte para ella y sus cansados oídos, alguien interrumpió su conversación sentándose muy cerca de donde estaban, en la mesa de Slytherin. Era Narcissa, que traía la cara cargada de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó Ivy, juntando las cejas.

Desde aquella noche, había hablado con Narcissa en un par de ocasiones. No quedaba rastro de la chica que le había lanzado malas miradas al descubrir que era hija de muggles cuando estaban solas. Claro que, alrededor de la gente, Narcissa seguía manteniendo distancias.

Pero ahora mismo parecía dispuesta a hablar con ella, porque no dudó en responderle:

—No. He estado dando vueltas por todo el castillo con la prefecta de Ravenclaw, buscando a una niña de primero. Una amiga suya dice que no la ve desde ayer al mediodía.

—Oh, ¿y no la habéis encontrado?

Narcissa arrugó el gesto ante la pregunta obvia de Vanessa.

—No, Macmillan, no la hemos encontrado. Y es la segunda niña que desaparece, después de Luna Drake. —Narcissa suspiró y se echó cereales de chocolate en un tazón de leche.

—A mí me preocuparía más no echar los cereales antes que la leche —comentó Vanessa, mirándola con desaprobación—. Eso es un verdadero crimen.

—Ya —dijo Narcissa, mordiéndose la lengua con fastidio—. Si veis a Lauren Davies, avisadme a mí o a un profesor, ¿vale?

Narcissa le dedicó una sonrisa a Ivy antes de coger el tazón de cereales con leche y reunirse con el resto de sus compañeras. Se sentó al lado de Lucius Malfoy, quien pasó un brazo por su espalda, sujetándola de la cadera.

En cuanto terminaron de desayunar, Ivy y Vanessa se dirigieron a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, la primera del día. Recordaba que antes, por mucho que le gustaban las clases, odiaba tener que salir a los terrenos de buena mañana, porque era cuando más frío hacía. Era una suerte que ahora el tiempo no fuera una preocupación y que, si se ponía un abrigo, solo era para aparentar.

El profesor Kettleburn les había pedido que acudieran al Lago Negro para aquella clase. En séptimo eran pocos los que quedaban cursando la asignatura, escasamente interesados en las Criaturas Mágicas. Ivy seguía dándola porque era una de las clases que más emocionantes resultaban, y como su trabajo soñado no entraba dentro de las categorías mágicas, podía permitirse escoger asignaturas no tan convencionales. Así que las clases serían tranquilas, si no contabas con que a Kettleburn le encantaba traer criaturas peligrosas. Ivy estaba segura de que, si pudiera, les presentaría a una quimera.

𝕸𝖆𝖌𝖓𝖎𝖋𝖎𝖈𝖊𝖓𝖙𝖑𝖞 𝕮𝖚𝖗𝖘𝖊𝖉 | Narcissa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora