—«¡El dolor del insomnio o el dolor del miedo a dormirme, y con los desconocidos horrores que tiene para mí! ¡Qué bendición tienen esas personas cuyas vidas no tienen temores, ni amenazas; para quienes el dormir es una dicha que llega cada noche, y no les lleva sino dulces sueños! Bien, aquí estoy hoy, esperando dormir, y haciendo como Ofelia en el drama...».
—¿Quién es Ofelia?
—La de Hamlet, Cissy.
La escena era de lo más escandalosa para quien las mirara desde una esquina de la habitación: Ivy, tan solo vestida con la túnica abierta de su uniforme, estaba recostada contra el marco de madera que cubría las patas de la cama, abierta de piernas lo suficiente como para que el cuerpo de Cissy encajara entre ellas y quedara tumbado sobre su pecho.
Ivy era la encargada de sujetar a la chica entre sus brazos y de leer Drácula de Bram Stoker en voz alta para las dos. Cissy, por su parte, se tapaba torpemente con la manta que habían robado de la cama y bebía de su copa de vino mientras la escuchaba recitar la historia en su oído.
Habían iluminado la estancia con tantas velas como encontraron, y la puerta tenía tantos hechizos que era imposible de abrir hasta para el más avispado de los magos. Ivy tenía la certeza de que nadie las descubriría ahí porque se había asegurado de agudizar el oído tanto como podía para adivinar si alguien se acercaba. Todos sus compañeros se habían marchado de excursión a Hogsmeade, pero ellas tenían planes mucho más entretenidos, que implicaban leer Drácula y beber vino desnudas.
—¿Hamlet?
—¿Cómo que no sabes quién es Hamlet? —preguntó Ivy, utilizando el dedo índice como marcapáginas para desviar la vista y mirar a Cissy con incredulidad.
—¿Es un cantante muggle?
—¿Shakespeare?
Cissy se encogió de hombros. Ante el asombro de Ivy, no, no había escuchado hablar de Shakespeare. Tras explicarle que la literatura muggle no tenía cabida en casa de los Black, fue el turno de Ivy de contarle exactamente quién era él, quién era Hamlet y quién era Ofelia.
—Es una desdichada —le contó, acariciando sus mechones rubios con distracción—. Está enamorada de Hamlet y él la trata de manera deplorable porque tiene resentimiento hacia su madre y, por ende, hacia todas las mujeres...
—Ah, de esos conozco algunos —intervino Cissy con una risita amarga.
—Al final, Hamlet mata al padre de Ofelia por error y ella pierde la cabeza y... se suicida. Su cuerpo aparece flotando en el río. Hay una película muy buena de Laurence Olivier que...
—Como Lauren Davies, la chica que apareció en el Lago Negro —musitó Cissy. A Ivy le pareció sentir su escalofrío recorriendo su propia piel.
Desde luego, que una vampira le leyera Drácula a una mortal era lo más escandaloso de aquella escena, mucho más que los dos cuerpos desnudos de las jóvenes en aquella posición o de lo que habían hecho previamente para quedar así. Ivy se debatía entre lo macabro e irónico de la situación y casi prefería tomársela con humor. Vanessa, desde luego, lo haría, aunque seguía enfadada por el castigo de Slughorn por su supuesto trío.
—¡Uno que ni siquiera he disfrutado, por cierto! ¡Tú y Badger me debéis una tarde de sexo desenfrenado en la ducha! —había dispuesto su amiga, cruzándose de brazos.
Por supuesto, Ivy no pensaba acostarse con Vanessa en algún momento cercano, pero... había estado tan cerca de suceder con Badger que Ivy estaba segura de que, en ese momento, no le hubiera importado.
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𝕸𝖆𝖌𝖓𝖎𝖋𝖎𝖈𝖊𝖓𝖙𝖑𝖞 𝕮𝖚𝖗𝖘𝖊𝖉 | Narcissa Black
FanfictionIvy Blestem tenía aspiraciones de lo más mundanas una vez cumplidos los dieciocho: quería ser cineasta, pasarlo bien con sus amigos y tratar de pasar desapercibida en su último curso en Hogwarts después de que todos en Slytherin se enteraran de que...