𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝟓 - 𝖛𝖆𝖒𝖕𝖎𝖗𝖊 𝖍𝖚𝖓𝖙

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El tema del día en todo el castillo parecían ser los vampiros. Aunque, más que el tema del día, era el tema de la semana y probablemente también sería el del mes. Todo el mundo hablaba de Lauren Davies, de cómo había aparecido en el Lago Negro y de que definitivamente tenía que ser un vampiro quien había hecho eso. A todo eso había que sumarle dos cosas: James y Sirius, dos de los amigos de Remus, no dejaban de seguirla por todas partes, al igual que Malfoy.

Al menos, los intentos de James y Sirius por ver si era o no una vampira eran realmente divertidos. No tenía muy claro por qué no dejaban de intentar descubrirla —sabía que Remus no había sido quien había apuntado en su dirección , el chico sabía la importancia de tener un secreto así—, pero no paraban. Una de las mejores veces había sido en la primera tarde después del asesinato de Davies. Estaba en el patio con Vanessa, volviendo de clase deHerbología, cuando los dos aparecieron con Remus y otro chico detrás.

—¡Sirius, no lo hagas! —Remus lo intentó, pero no funcionó porque Sirius lo hizo igualmente.

Fue gracioso porque fingió que se cortaba, pero Ivy pudo oler perfectamente el ketchup bajo la herida falsa que se había abierto en la muñeca. James, por el contrario, no lo olió, y solo vio la sangre en la muñeca de su mejor amigo. Se desmayó, claro, y ahí Ivy sí que gritó, no como cuando Sirius se había cortado.

—Pero James, si te he dicho que era ketchup —le dijo Sirius cuando el chico recuperó el conocimiento.

—¡No me esperaba que fuera una herida tan real!

Había que concederle eso a Sirius, lo había hecho realmente bien, y tanto Vanessa como Ivy le felicitaron por ello. Pero como Ivy no había reaccionado como lo haría cualquier humano —básicamente, como Vanessa, que había gritado al ver la herida de Sirius—, los dos siguieron intentándolo, como por ejemplo, en la cena de esa misma noche.

—¿Te apetece, Ivy? —James se había sentado en la mesa de Slytherin, justo al lado de la chica, que comía distraída mientras lanzaba miradas de reojo a Narcissa sin escuchar nada de lo que Badger le estaba contando.

No, Cissy, ella había dijo que podía llamarla Cissy.

—¿Qué es lo que hacéis aquí? —les preguntó, viendo cómo también se sentaban Sirius, Remus y el cuarto chico que siempre les acompañaba.

—Perdón por eso —se disculpó Remus, pero no parecía estar pidiendo perdón para nada.

—Entonces, ¿quieres un poco, Ivy? —insistió James.

El olor a ajo no solo hizo que Ivy arrugara la nariz, lo hizo toda la mesa de Slytherin porque los cuatro chicos habían puesto delante de ella cuatro trozos de pan con una cantidad de ajo para nada recomendable para el consumo humano. Y probablemente tampoco para el consumo vampírico.

—¿Queréis envenenarnos? —Badger tenía la nariz tapada con la mano y casi tenía arcadas.

—¿Por qué no te lo comes, Ivy? —ahora el que insistía era Sirius y Ivy cogió uno de los trozos.

Ese era uno de los mitos más divertidos que había sobre los vampiros. Algo de que el olor les ahuyentaba, aunque siendo sinceros, ¿a quién no? Ivy le dió un gran mordisco al trozo de pan y rezó porque no se le quedara ese aliento a ajo durante mucho tiempo, porque era realmente lo único que le podía molestar del alimento.

—¿Qué es lo que intentáis? —les preguntó, pero tanto James como Sirius parecían terriblemente decepcionados y se levantaron de la mesa, cuchicheando entre ellos.

Remus volvió a disculparse, pero también insistió en que se comiera algún trozo más del pan con ajo y Ivy le pinchó suavemente con el tenedor de plata y quien negó en esos momentos fue él.

𝕸𝖆𝖌𝖓𝖎𝖋𝖎𝖈𝖊𝖓𝖙𝖑𝖞 𝕮𝖚𝖗𝖘𝖊𝖉 | Narcissa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora