Especial Hogsmeade: Parte 4

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Remus Lupin

La cercanía de la llegada de la luna llena me está consumiendo poco a poco. Cada vez controlo menos mis emociones, sobre todo la ira y el fastidio. Absolutamente todo me molesta, no importa si hay razones o no para que sea así. Siento el contacto con la ropa a flor de piel, como si cada prenda se me adhiriera a la piel de forma inhumana, no importa que use lo más ancho que tengo. De verdad es una mierda ser yo, o bien, ser un licántropo.

El saber que viviré con esto toda mi vida es una preocupación constantes que se acrecienta en estos días, porque sé que esto es lo que pasará siempre y sé que es esto lo que me privará de todo lo que quiero: un amor, una familia y compañía. Lo único seguro en mi vida son Los Merodeadores pero sé que ellos sí pueden hacer una vida, a diferencia de mí, y yo no puedo quedarme a su lado para siempre. Entonces, mi futuro es ser un viejo huraño, amargado y con suerte, ridículamente rico.

Quedarme en Hogwarts, a pesar del aburrimiento, fue la decisión correcta, porque en Hogsmeade cada ser vivo o inerte sería un detonante de mi furia, y nadie merece aguantarse la maldición con la que cargo. Mientras recorro el castillo y pienso en mi desgracia, observo mi alrededor en busca de cualquier cosa con la que distraerme, y vaya que encuentro algo.

—¡ 1, 2, 3! ¡Sigue bien la coreografía Mónica, no tenemos todo el día!—

Una chica de quizás sexto o séptimo año dirigía a otras 4 de su edad en lo que parecía ser una coreografía, muy mala por cierto. A pesar de sus movimientos exagerados, mi vista se enfoco en todo menos su baile y maldije en mi interior, porque esto no es de licántropo. Mi vista recorrió de arriba a abajo a la líder, quien había llamado mi atención en primer lugar.

Probablemente sea bailarina, porque su cuerpo se ve tonificado y es la única que se mueve bien de las 5. La forma de guitarra de su cuerpo atrae mi mirada como si fuera un imán, sobre todo porque el leggins que lleva puesto es tan ajustado que resalta sus piernas y el trasero bien formado. Y vaya que es un buen trasero. Inconscientemente busqué a Sirius para darle una de esas sonrisas con las que el sabía que debía soltar un comentario, solo para nosotros claro está, pero recordé que a diferencia de mí, el sí fue al pueblo. De cualquier forma, si está tan buena en algún momento tendrá que pasar por su radar. Observé sus movimientos, la sensualidad que desprende y me quedé hipnotizado, perdiendo la noción del tiempo y del lugar.

Cada movimiento de piernas, cadera, pechos, brazos y lo que fuera, todo me impedía dejar de mirar, y sé muy bien que en circunstancias normales él no se habría despertado tan rápido, por lo menos no solo con un baile. Pero estas no eran circunstancias normales. Esta vez, el licántropo domina ciertas partes que, aunque son mías como humano, en él se intensifican por su instinto animal.

A pesar de la presión dolorosa allí abajo y del roce de mi ropa, me percaté de que apagaron la música.

— Ensayamos más tarde chicas, vayan a descansar —habló la bailarina líder, la que yo no había dejado de mirar

Lo que me hizo entrar en pánico fue que su mirada no estaba en ellas, sino en mí.

Ella me descubrió.

Mientras las otras chicas se alejan del lugar, ella camina hacia mí muy segura de lo loco que me vuelve cada paso que da. Sonríe, y mira hacia abajo.

Merlín, ahora pensará que eres alguna clase de depravado Remus.

Carraspeo —Solo hacía mis rondas, podían seguir en lo suyo—digo intentando ocultar mi nerviosismo, meto las manos en los bolsillos del pantalón para echarlo hacia delante y que no se note el bulto en la mitad

El Recuerdo De Mi Amor Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora