La chica de Potter

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Lily ya había terminado de quitarse de la piel y el cabello el líquido espeso, pero ahora debía ir a cambiarse el uniforme a menos que quisiera estar todo el día cubierta de una poción maloliente y sin terminar.
Continuaba pensando en las palabras que la niña de tercero le había dicho hace un rato.

"Algún día lo vas a perder y entonces lo vas a extrañar, y ahí voy a estar yo"

No comprendía porque, pero la hizo sentir horrible saber que en algún momento James perdería el interés en ella.
Su cabeza le decía que era una egoísta ¿Por qué le importaba tanto el cariño de James si ella jamás lo correspondía? Pero su corazón de alguna manera no quería que el se alejara, y mucho menos que cayera en las garras de la pequeña bruja pelinegra.

Caminaba por los pasillos ignorando las miradas que siempre recibía. Algunas la envidiaban por ser la chica que volvía loco a Potter y otras sólo la observaban pasar. Los chicos casi siempre la recorrían de arriba a abajo, pero nunca decían nada.
En Hogwarts había logrado hacer amigas de verdad, personas que no la tacharan de rara o defectuosa y que se alejaran de ella por ser diferente.

Lo que más le dolía recordar de su infancia, era como su hermana se encargó de hacer su vida un verdadero camino de púas por ser una bruja.

Una bruja en un barrio de muggles.

Flash-Back

- Vamos Petunia, ven a jugar- rogó un niño con el cabello Rubio- Es sólo fútbol- rió

- Yo no juego esas cosas- dijo con asco- Soy una dama, mis muñecas son mucho mejor-

Petunia Evans hablaba con ese tono chillón que tanto la caracterizaba. Su cuerpo menudo, bajo el cabello negro y corto, descansaba en el césped de su jardín mientras cepillaba el cabello de la muñeca que tanto le gustaba. Miraba con atención al chico frente a ella. Su rostro dió un cambio drástico cuando vió salir de su casa, a su hermanita menor.
De inmediato, la atención del chico Rubio pasó a ser totalmente de Lily. El no pudo evitar quedarse mirando a la hermosa niña de ojos verdes que salía con una gran sonrisa.

- Hola, Daniel- le habló - ¿Puedo jugar contigo?-

El asintió sonrojado sin decir una sola palabra.
Petunia miraba desde el jardín como su hermana de 6 años jugaba perfectamente fútbol con los demás chicos, y como unos más grandes la miraban asombrados murmurando cosas como "que ternura de niña" o "será muy bella de grande". Petunia tenía la misma edad que aquellos chicos, 12, pero ellos jamás habían dicho algo así de ella. Lily sólo tenía 6 y como siempre, recibía algo que ella no.

Harta de ver cómo todos la halagaban y la manera en la que podía ser tan sociable y amable con todos, decidió arruinar el momento usando el pequeño gran secreto que había descubierto de Lily hace un año, y que había cambiado por completo su relación.

El Recuerdo De Mi Amor Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora