⏳ CAPÍTULO 11 ⏳

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Adham

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Adham

Por la pequeña ventana del camarote entraba un poco de aire con brisa marina. Todavía era de noche, pero ya faltaban pocas horas para que amaneciera. Adham se encontraba mirando un mapa, tratando de trazar la mejor ruta hacia Amadahi para hablar con Elora. Sin embargo, no podía concentrarse; seguía pensando en lo que Elizabeth le había dicho: "Ojalá nunca te hubiera conocido." Esas palabras seguían rondando en sus pensamientos. El carboncillo que tenía en su mano trazaba una ruta desde la posición del barco hasta el país de Amadahi. "OJALÁ NUNCA TE HUBIERA CONOCIDO." Con esas palabras volviendo a su mente, rompió el carboncillo a la mitad sin darse cuenta de la fuerza con la que lo estaba apretando.

"¿Por qué me afecta tanto lo que me dijo Elizabeth?" pensó Adham, dejando el carboncillo a un lado y cubriéndose la cara con las manos.

El señor Bins tocó la puerta, y Adham lo dejó pasar. Ya no tenía que preguntar quién era, pues conocía el estilo de tocar del señor Bins, como si la puerta fuera a caerse con los golpes. El señor Bins tenía unas notables ojeras en sus ojos azules, y Adham lo miró fijamente con el ceño fruncido.

—¿Qué sucede, Bins? —Adham no estaba de humor, así que quería que hablara rápido.

—Buenos días, capitán —saludó Bins, llevando una mano en señal de respeto a la cabeza, algo que a Adham no le solía gustar—. ¿Ya tiene la ruta para llegar a Amadahi? Es que Dorian ya está despierto.

De mala gana, Adham miró el mapa que tenía bajo los codos. Vio el trazo que había hecho y notó que, en vez de llegar al país de Amadahi, había escrito unas palabras en el mapa. Se leía claramente: "Ojalá nunca te hubiera conocido."

—Sí, solo déjame hacer otro —dijo Adham, levantándose de la mesa de su escritorio para tomar otro mapa de la cubeta que tenía llena de ellos—. Este no está muy bien hecho.

Colocó un mapa nuevo sobre la mesa y tomó uno de los pedazos del carboncillo que había roto antes. Hizo un círculo perfecto donde se encontraba el barco y luego trazó la ruta, alejándose de los dibujos de los monstruos marinos que se encontraban señalados. Terminó de hacer la ruta y luego la revisó; todo estaba en orden. La dobló y se la entregó al señor Bins.

—Gracias, capitán —respondió Bins, cerrando la puerta del camarote detrás de él.

Adham estaba otra vez solo en ese camarote, acompañado únicamente de sus pensamientos. No quería seguir pensando en Elizabeth, así que decidió revisar a su tripulación antes de partir hacia Amadahi. Se quitó la camisa y la dejó a un lado de su cama, tomó un paño y lo sumergió en el agua que tenía en una cubeta. Se pasó el paño por el pecho, luego por el abdomen bien marcado, se limpió los brazos, lo pasó por la cicatriz que tenía en la mandíbula y hasta llegar a su pecho, justo en su corazón, donde terminaba la cicatriz. Por último, se lo pasó por su espalda definida, y sus músculos se contrajeron un poco. De repente, un pensamiento invadió su mente...

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