⏳ CAPÍTULO 20 ⏳

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Elizabeth

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Elizabeth

Sus ojos se abrieron; la luz de una vela iluminaba el camarote donde se encontraban Elizabeth y Dorian. Le dolía mucho la cabeza y sus ojos viajaban a todos los rincones del lugar, esperando ver a Adham y dejar de pensar que su captura había sido una pesadilla. Se sentó, pero Dorian se dirigió a ella.

—No, hermosa, recuéstate —Dorian la volvió a acostar en la cama—. Estás muy débil. Tienes que descansar.

—¿Dónde está Adham? —preguntó Elizabeth, mirando a Dorian a los ojos.

Dorian la miraba triste y cansado.

—Elizabeth...

—No, tengo que ir a ayudarlo.

Elizabeth trató de levantarse, pero realmente estaba muy débil, ya que apenas logró levantarse y cayó nuevamente en la cama. Dorian regresó junto a ella para ayudarla a sentarse.

—¿Por qué lo dejaron? —Elizabeth miraba sus manos, llenas de cortes y vendajes que seguramente Dorian había hecho.

—Él pidió que lo dejáramos y que te salváramos a ti —Dorian tomó las manos de ella para que lo mirara a los ojos—. Me dijo que, si algo le pasaba, te sacara a ti.

—¿Por qué?

—Porque se lo prometí.

Elizabeth notó que tenía el maldito reloj colgando de su cuello. Lo tomó en sus manos.

—Por este estúpido reloj me ha pasado de todo —decía ella con tono molesto, pero en realidad quería llorar—. Viajé tres siglos; mi familia está en otra época; tuve que aprender a usar una maldita espada; asesiné a personas; luego viajé por muchos océanos para buscar a esa Bruja del Mar, para que la perra no nos dijera nada importante más que lo de Elora; hicimos todo un plan para poder hablar con Elora y casi nos descubren; luchamos contra... Sharkblack —Elizabeth sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo al mencionar su nombre—. Me secuestraron, me hicieron tantas cosas, y luego se llevaron a Adham.

Terminó de hablar y se sentía otra vez sin energía.

Dorian se arrodilló para ver el rostro de ella.

—Estoy sola.

—No estás sola.

Elizabeth ahora lo estaba mirando otra vez.

—Me tienes a mí, a Nerea, a Matthew, al señor Bins y a toda una tripulación.

—Pero ellos seguían las órdenes de Adham.

Dorian sacó un pequeño sobre de su pantalón y se lo entregó.

—Esta carta me la dio Adham y me pidió que te la diera cuando ya estuvieras segura.

Elizabeth miraba el sobre, pero no decía nada ni intentaba abrirlo.

—Te daré privacidad.

Entonces él salió del camarote. Elizabeth seguía mirando el sobre, temiendo que en él pudiera haber cosas que no quería leer. Sin embargo, tomó una daga y abrió el sobre.

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