⏳ CAPÍTULO 9 ⏳

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Elizabeth

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Elizabeth

Mientras más se adentraban en la isla, iban descubriendo muchas cosas extrañas. Encontraron flores gigantescas del tamaño de un hipopótamo, y lo peor es que eran carnívoras. Pasaron por unas palmas que tenían nidos de aves exóticas, parecidas a flamencos pequeños combinados con tucanes, cuyas plumas eran de colores impresionantes y volaban en reversa. Cada descubrimiento era más extraño y curioso que el anterior.

Se detuvieron bajo unas palmeras que les ofrecían sombra. Llevaban caminando casi todo el día. Elizabeth nunca pensó que una isla pudiera ser tan enorme cuando parecía solo un montículo en la superficie del mar. Adham dio la orden de acampar allí, ya que pronto anochecería. Dorian les entregó unos petates que llevaba en un saco, y ahora cada quien tendría que llevar el suyo para las futuras ocasiones en las que les tocara acampar. Dorian y Elizabeth acomodaron sus petates juntos, pero Adham lo notó.

—Todos se colocarán por lo menos a dos metros de distancia unos de otros —ordenó Adham, mirando en la dirección de ellos dos—. Así, si algo sucede, nadie chocará con nadie.

Elizabeth le lanzó una mirada asesina, y Dorian se separó de ella como había ordenado el capitán. Su rostro también mostraba enfado, pero lo controló para no contagiar a Elizabeth y evitar que se desatara un caos.

—Tranquila, de todas formas, tú y yo estaremos juntos —dijo Dorian con una sonrisa que contagió a Elizabeth.

—Tienes razón, ese maldito cuervo no me molestará —respondió ella con una sonrisa en los labios.

Elizabeth acomodó su petate e hizo lo que Adham había ordenado, manteniendo los dos metros de distancia. Nerea y Matthew fueron enviados a buscar ramas para hacer una fogata, ya que la noche estaba comenzando a caer. Elizabeth, recargada en una palmera, miraba a Adham con molestia. Él estaba dando órdenes al señor Bins, y ella no apartaba la mirada de él.

—¿Elizabeth, escuchaste lo que te dije? —quiso saber Dorian al verla concentrada en Adham.

—¿Ah?... Ah sí —Elizabeth salió de su trance y miró a Dorian a los ojos—. ¿De qué hablábamos?

—Hermosa, realmente no sé qué haré contigo —dijo Dorian riéndose—. ¿Ya sabes qué preguntas le harás a la Bruja del Mar?

—Sí, espero que me las pueda responder —dijo Elizabeth, mirando a Nerea y a Matthew que salían de entre unas plantas extrañas con muchas ramas para la fogata.

Nerea colocó las ramas en el centro del grupo, y Matthew usó unas piedras para encenderlas, logrando que la fogata prendiera. Adham se acomodó al lado de Nerea y el señor Bins, mientras Nerea miraba el fuego con ojos brillantes. Elizabeth mantenía su mirada fija en el capitán. Cuando él sintió que alguien lo observaba, apartó la vista del fuego para mirarla. Elizabeth sintió que sus mejillas se coloreaban y apartó la vista. Adham sonrió pícaramente y volvió a mirar el fuego. Todos se acercaban al fuego para sentir su calor.

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