•••┊🌙┊┊ CAPÍTULO XI┊┊🌙┊•••

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Veinte minutos después, Kagami llegó y yo aún no había logrado calmarme.

No vino en su auto – me tomó un momento darme cuenta que era el auto de Luka y que él también venía.

Kagami corrió hasta mi auto, y abrió la puerta.

Le tomó una mirada para comprobar mi estado y saber que las palabras no serían de utilidad.

—Cambia de lugar.— Suspiró. —Te llevaré a casa.

Cuando hice lo que me dijo, vi a Luka correr desapareciendo en la entrada del edificio.

Apuesto que fue idea de Kagami, llevarlo para que se hiciera cargo de Marinette, en caso de que también necesite confort.

Estuve llorando en silencio todo el camino al departamento de Kagami.

Traté de limpiar mis lagrimas enojado, aunque sabía que de nada importaba – Kagami me conocía el mismo tiempo que Marinette, y por eso, sabía cómo me sentía aún si yo refrenaba el llanto.

Al llegar al departamento de Kagami, ella fue por dos botellas de cerveza antes de sentarnos en la sala.

Dejé la botella en la mesa, y abracé mis rodillas contra mi pecho, tratando de hacerme lo más pequeño posible en el sofá de Kagami.

—¿Qué pasó?— preguntó mirándome preocupada.

—Ya recordó todo.— Dije, casi atorándome con mis sollozos.

—Ya lo noté.— Asintió pero su voz fue gentil. —¿Pero qué te dijo?

—Que...— mi voz tembló antes de continuar en un inusual tono agudo. —Que usé su amnesia para robar el anillo, y que era un hi-hipócrita y que d-debería dejarla sola...

—¿Y luego te echó?

Asentí.

—¡Ni siquiera me escuchó, Kagami!— grité desesperado. —¡Quería explicarle, pero no me dejó! ¡Quería decirle tantas cosas! ¡¿Por qué no quiso escucharme?!

—Supongo que porque se trata de ti... y de quien es tu padre... — Suspiró dando un sorbo a su cerveza. —Ella siempre ha sido peculiar contigo. Al igual que tú lo has sido con ella. Ustedes son como dos extremidades – o se llevan bien y nadie puede tocar o estropear lo que tienen, o se lastiman tanto entre ustedes, que nada puede ser salvado. Y bueno..., sabes que Marinette es obcecada. Si se propone odiarte, entonces no creo que haya mucho que alguien pueda hacer...

—¿Entonces estás diciendo que me rinda?— lloré más, enterrando mi rostro en mis rodillas.

—Adrien...— dijo Kagami, rodeando mis hombros con su brazo. —Lo siento, ¿sí? Esto es... Esto es lo que quería evitar. ¡No quería verte así otra vez!

—¡Entonces has que Marinette me perdone!— dije desesperado. Sabía que decir eso era infantil, ¡pero maldición! ¡Dolía mucho! ¡Solo ayer, Marinette había reído conmigo y había sido tan dulce y amable, y ahora, tenía que dejarla ir otra vez! ¡Así como así!

—Sabes que no puedo, Adrien.— dijo Kagami. —Sabes que lo intenté. Estuve con ustedes desde que esto empezó. Y por eso no hay mucho que se pueda hacer. ¡Esto es entre tú y ella! Y si tus palabras no llegan a ella, entonces tendrás que asegurarte de hacerlo, ¡porque yo no puedo hacerlo por ti!

Sabía que tenía razón, por supuesto, pero no me hacía sentir mejor.

Nunca me había sentido así de indefenso antes.

—Haré lo que sea.— Dije entre mis rodillas, sollozando con fuerza. —Lo que sea con tal de que me perdone. ¿Por qué no deja que le explique?

Dreaming Alone (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora