•••┊🌙┊┊ CAPÍTULO XIX┊┊🌙┊•••

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Mis lágrimas cayeron y dejó salir un sollozo, mirando mis manos.

—¿Hay alguna forma de arreglar esto?— pregunté con voz rota. Mi vista estaba nublada por las lágrimas que caían otra vez. —¿No hay nada que arreglar para ti?

Marinette no se movió, solo me miró mientras lloraba. En ese momento, me pregunté si debería irme..., si acaso tenía sentido que aún estuviera aquí.

Claro, ella me amaba, pero obviamente, sin importar lo que yo hiciera, ella no me perdonaría ni confiaría en algo que no era humano... Tal vez era mejor si me rendía...

Pero no podía.

Al final, no podía porque no era cualquiera, era Marinette, y yo la necesitaba en mi vida. Sin importar lo tonto que me viera, no me rendiría.

Alcé la mirada cuando Marinette se hundió en el piso, al lado opuesto de la cocina, mirando sin mirar, luciendo tan desamparada como yo.

—Deja de llorar.— Susurró viéndose herida. Pude ver sus lágrimas, podía escucharlas en su voz, esa vista me hizo sentir débil. —Nunca podría verte llorar. Y menos por mi culpa. Así que deja de hacerlo.

Mordí mi labio, tratando de reprimir otro sollozo, pero sin tener éxito, y Marinette cerró los ojos mientras una lágrima caía de sus ojos.

—¿Marinette?— pregunté sin estar seguro de qué hacer. ¡Rayos! ¿Por qué todo con ella tenía que ser tan complicado?

—No quiero pensar más.— Susurró Marinette. —Si pienso, cosas tontas saltarán, y yo – ya no sé nada. Desearía no haber vuelto a recordar. Eso haría las cosas menos complicadas. Así ya no sentiría dolor.

—Pero no sería real.— Contesté, con voz temblorosa. —No quiero más mentiras. Quiero que todo sea real entre nosotros. Lo real suficiente entre tu y un Amok.

—Por ultima vez, eres real... —Marinette tragó en seco, y me senté a su lado, recostando mi cabeza en la fría superficie del counter de la cocina entre nosotros, escondiéndome de su lado.

Se sentía mejor si no nos veíamos por un momento. Sentía que podía hablar mejor, cuando no la estaba viendo.

—Yo tampoco.— Dijo Marinette, y aunque no podía verla, pude escuchar las lágrimas en su voz. —Pero quisiera que el dolor se fuera. Que todos los amargos sentimientos también se fueran.

—Déjame intentarlo.— Susurré desesperado. —Por favor, Marinette. Déjame intentarlo...déjame amarte.

—N-no lo sé.— Dijo Marinette sonando más quebrado que nunca. —Ya no sé nada, Adrien. Todo es muy difícil.

—Tú lo haces más difícil de lo que es.— Acusé pero la fuerza en voz estaba desvaneciéndose.

—Quizá.— Estuvo de acuerdo, su voz sonó cansada. —Pero no hay nada que pueda hacer al respecto.

—Tal vez deba irme...— susurré sintiéndome tan cansado como sonaba. —No creo que deba seguir aquí, si ya has hecho tu decisión. Si es lo que qui-

—No...— Susurró interrumpiéndome.

—¿Ha?— pregunté, alzando las cejas, aunque sabía que no podía verme. —¿Quieres que me quede?

No contestó.

Esperé un momento, antes de rodear el counter, asomándome por la esquina hasta que pude verla – sentada en el piso, con la espalda contra la alacena, y su rostro enterrado entre sus elevadas rodillas mientras mantenía un pequeño anillo entre sus manos.

—¿Marinette?— susurré, acercándome cuidadosamente, esperando a que me viera y me dijera que me vaya. Pero nada pasó, no se movió era como si no estuviera al tanto de mi cercanía.

Dreaming Alone (Adrienette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora