¿Recuerdas que siempre me dijiste que si hubieses sido heterosexual te habría encantado ser mi cuñado?
«Sarah es el tipo de chica del que me enamoraría», comentaste con una sonrisa en la celebración del vigésimo cumpleaños de mi hermana, aquella noche mi hermana lucía radiante, y esta noche no es la excepción.
Estoy en la barra de "La Taberna 2000", Gonzalo ya ha entrado a trabajar y sirve cervezas y caballitos de tequila por aquí y por allá, el bar comienza a llenarse y, a ratos, Gonzalo se sienta frente a mí y me acompaña con una botella de agua mineral mientras yo bebo cerveza. «Estoy trabajando, amigo, para que veas que sí soy responsable». En uno de esos espacios que Gonzalo puede permitirse para acompañarme, lo veo sonreír de oreja a oreja: una sonrisa pícara, un gesto de admiración, los ojos llenos de brillo que miran hacia la entrada del bar. Me giro para confirmar mis sospechas.
Sarah ha llegado al bar, lleva puesto un vestido negro que nunca antes le había visto, ceñido al cuerpo y con un escote en "v" que hace lucir el collar de plata sujeto a su cuello, su cabello está recogido en una cola alta y lleva unos botines de tacón alto que alargan sus piernas.
Ahora entiendo a qué te referías aquella vez, Joel, y es que es imposible no mirarla, y no es la ropa, no es el peinado, no es el maquillaje: es su esencia, es la seguridad que desprende, es su sonrisa radiante con la que busca con discreción. Y pensar que en el pasado Sarah estuvo llena de demonios que destruyeron la confianza en sí misma con la que ahora ha entrado al bar, que borraron su sonrisa, que la hicieron llorar frente al espejo.
Alzo mi mano y la agito para que mi hermana pueda verme, lo hace y su sonrisa se amplía para mí. Sarah comienza a abrirse espacio entre la gente para poder llegar a la barra, cuando al fin está a mi lado me da un beso en la mejilla y me abraza. Gonzalo no ha dejado de mirarla con esa fascinación de saberse el chico al que mi hermana ama, aunque también noto algo de nerviosismo en él.
—¿Puede servirme una cerveza, joven? —le pide mi hermana a Gonzalo y le sonríe. Ella se sienta a mi lado y se extiende sobre la barra para darle a Gonzalo un discreto beso en los labios, él se va por la cerveza que le ha pedido.
—¡Qué bueno que hayas venido! —le grito a la oreja para que mi voz se escuche por encima del ruido y la algarabía.
—Me apetecía venir. —Mueve sus hombros al ritmo de la música y no deja de sonreír.
De pronto vuelvo a sentir revoluciones en mi cuerpo, Joel: una extraña plenitud invade mi pecho, estoy feliz porque tengo a mi hermana frente a mí, con una sonrisa radiante en su rostro, con sus manos sujetas a las mías para hacer que me mueva al ritmo de la música junto con ella, porque esta es la culminación de un día que fue increíble de forma extraña a partir de que salí de esa cafetería y Gonzalo me dejó conducir su moto. Pero luego el dolor vuelve porque tú no estás aquí conmigo, te han alejado de mí en el mejor momento de nuestras vidas y por más que lo intente no puedo aceptar que ya no estás.
Sarah nota que los demonios intentan lanzarme hacia el fondo del precipicio y se esfuerza porque no suceda, se pone de pie y me estira hacia la pista de baile, me mira y me implora sin decir palabra que le conceda este capricho. Yo la abrazo y sedo a su petición, bailo con mi hermana algo que creo es una bachata. Estoy de espaldas a la barra, pero noto que ella sonríe y le lanza un beso a alguien con la mano, debe ser Gonzalo. Lo confirmo cuando Sarah y el ritmo de la música me hacen girar, él nos está viendo desde la barra, tiene los codos apoyados en la madera y de vez en cuando le da un trago a su agua mineral; me sonríe y nuestras miradas se encuentran, recuerdo su mirada llorar horas atrás cuando visitamos a su madre, sin embargo, ahora, sus ojos brillan de una forma que no había visto antes, deja de sonreír pero no de mirarme, cuando se da cuenta de que estoy analizándolo como él lo hace conmigo, desvía la mirada y se va a atender a un par de clientes que acaban de llegar a la barra.
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Tú, yo, anarquía
Ficção AdolescenteDarío está decidido a conseguir justicia para su novio Joel, sin imaginar que, en su lucha, encontrará un aliado en el novio de su hermana, y tal vez algo más. *** La noche del 23 de marzo, en su cumpleaños dieciocho, a Darío le toca afrontar uno de...