Es el cumpleaños veintiuno de Ramiro y ha elegido las playas de Puerto Vallarta para celebrarlo, las mismas en las que Joel deseaba celebrar sus dieciocho.
Sofía está sentada a la orilla de la playa, desde ahí los observa bailar, ella ha puesto el pretexto de que está cansada por el viaje para escabullirse. Han pasado tres meses desde que comenzó a inmiscuirse en la vida de Ramiro, jamás creyó que las cosas llegarían tan lejos; aquella mañana de junio cuando Gonzalo tocó el timbre de su casa y lo vio a la puerta, con esa seriedad y esa sonrisa discreta que lo caracteriza, no se imaginaba lo que estaba por proponerle.
Gonzalo lleva siendo su amigo desde que iniciaron la carrera, más de cuatro años, conectaron al instante en el que se conocieron, fue una de esas premoniciones extrañas que viene con la forma en la que esa persona con la que has coincidido te mira y te sonríe y, entonces, un sentimiento de que será alguien importante en tu vida te invade y te hace mirarle y sonreírle de igual forma, así sucedió con ellos. Se conocieron en la fiesta de bienvenida de la facultad, el amigo de un amigo los presentó, comenzaron a hablar y no pararon en toda la noche. Sofía había ingresado a la universidad un semestre antes que Gonzalo, pero el deber algunas materias los hizo coincidir en un par de clases lo que los ayudó a estrechar lazos.
En un principio, luego de que conectaran tan bien, Gonzalo intentó ir más allá con ella. Sofía tuvo que ponerle un alto de inmediato y creyó que todo entre ellos se había arruinado en cuanto Gonzalo quiso sobrepasar la barrera de la amistad, pero se equivocó. Por aquellos años, Sofía se descubría a sí misma, o, siendo precisos, terminó de aceptar sus sentimientos, los abrazó por completo y sin reproches. Su atracción por las mujeres la descubrió a los catorce, cuando una tarde luego de hacer una tarea con la que era su mejor amiga, no pudo sacársela de la mente: soñaba con su sonrisa, fantaseaba con acariciarle el cabello y las mejillas, ya había besado a otros chicos y salido con ellos, pero el cosquilleo en el estómago y lo nerviosa que se ponía cuando estaba cerca de Erika, la primera chica de la que se enamoró, no podía compararse, la sobrepasaba y la hacía sentir distinta, feliz.
Sofía no creció en una familia conservadora ni religiosa, sus padres, unos ateos amantes del rock, nunca criticaron ni hablaron mal de las personas que se salían de la heteronorma, por el contrario, fueron grandes aliados; incluso Sofía tuvo desde niña una representación de dos mujeres amándose, pues la mejor amiga de sus padres era lesbiana y, en cada reunión que iba, llevaba a su esposa y convivían sin tapujos como tal. Entonces, ¿por qué a Sofía le costó más de cuatro años aceptarse y amarse a sí misma? Quien diga que amar, expresar y ser en libertad fuera de la hetronormativa impuesta es fácil, miente; hacerlo representa una gran batalla, es luchar contra un sistema instruido en odio y discriminación, es luchar contra sí mismo y llegar al entendimiento de que no eres tú quien está mal, que ser y amar de esa forma es tan válido y normal como lo que tratan, a toda costa, de imponerte.
Para Sofía, a pesar de tener un buen colchón de respaldo, no fue diferente. Tuvo que enfrentar esas batallas y la primera fue el rechazo de Erika, su mejor amiga. Con el tiempo, Sofía entendió que Erika no tenía por qué corresponderle, sin embargo, tampoco tenía motivos para tratarla como lo hizo, para odiarla de la manera que la odió, al grado de humillarla, burlarse de ella y encargarse de que el resto hicieran lo mismo. Cuatro años le costó entenderlo, pero se prometió no volver a odiarse a sí misma por el odio de los demás. Por eso cuando Gonzalo intentó algo más con ella, no quiso mentirle, tuvo miedo de que, ante el rechazo, tendría que enfrentarse otra vez con los demonios del pasado. La vida en cambio, le enseñó que no todas las personas son unas mierdas, Gonzalo le pidió disculpas por asumir cosas que no eran y en vez de romper con su amistad, se esforzó para que fuese más sólida.
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Tú, yo, anarquía
Teen FictionDarío está decidido a conseguir justicia para su novio Joel, sin imaginar que, en su lucha, encontrará un aliado en el novio de su hermana, y tal vez algo más. *** La noche del 23 de marzo, en su cumpleaños dieciocho, a Darío le toca afrontar uno de...