Capítulo 10: Alter Ego I

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— ¿Quién soy?, ¿Dónde estoy?

El viento arrastraba las penurias de Vyeter, las olas del océano frente a él acallaban sus incipientes pensamientos. La costa se extendía más allá de la vista, interminable, infinita. Detrás de él solo quedaba la arena estéril acomodada en grandes dunas blancas.

Estos eran los rincones de su mente, el lugar más profundo en su psique y estaba vacío. Desde que perdió la memoria hacía ya un mes, solo le quedaba un vacío difícil de llenar, toda una vida perdida en cuestión de segundos y la razón por la que le paso esto, seguía siendo un misterio.

No obstante, a pesar de la basta soledad que marcaba este sitio. Una sensación le indicaba a Vyeter que había algo camuflado, escondido ante sus ojos.

—No busques respuestas aquí, porque no encontraras nada.

<<Esa voz...>>, Pensó Vyeter al mismo tiempo que se giraba y alzaba la vista, conocía muy bien esa voz, pues era la suya. A tres metros de distancia se hallaba alguien muy difícil de explicar. Alguien con quien compartía los mismos rasgos físicos.

— ¿Tú quién eres?, pregunto Vyeter anonadado.

El sujeto se quedó quieto mirándolo. De él emanaba odio y rabia, además de tristeza y remordimientos, sentimientos que no iban dirigidos a nadie, pero que permanecían ahí como las cicatrices de una antigua batalla.

—Yo soy, tú alter ego...

7:15AM, Elefthería, Republica del Sílice a 3 de agosto del 2032.

Noche tras noche, ese sueño lo atormentaba; de igual forma cuando intentaba o estaba a punto recordar algo de su pasado, ese sueño se le venía a la mente. Era como si su subconsciente hubiera construido una muralla para impedírselo.

En ese caso, sería su propia mente la que evitaba que recuperara su pasado.

<< ¿Tan malo era mi pasado que inconscientemente me niego a recordarlo? >>, Pensó Vyeter. Han transcurrido seis meses desde que perdió la memoria. Hasta hoy solo ha logrado recolectar unos cuantos fragmentos del espejo de su vida y la mayoría no han sido muy buenos. Había veces que pensaba en dejar de buscar respuestas, de alejarse lo más posible de Elefthería y comenzar de cero en algún otro lugar donde nadie lo conozca, pero al mismo tiempo una parte de sí mismo le recriminaba la tan solo idea de escapar de sus problemas.

Poco a poco su vida cambiaba, su cordura fija sucumbió a la paranoia, su optimismo le fue arrebatado por la desgracia.

A Vyeter le costaba acostumbrarse a la vida de universitario, tras haber iniciado hace apenas dos semanas. Por lo general se iba a dormir entre la una y dos de la mañana, haciendo trabajos. En su diminuto departamento el olor a café rondaba por cada rincón. Adaptarse a vivir solo también era una dificultad; no obstante era mejor que estar soportando los constantes ataques por parte de su madre por no haberle hecho caso de irse a Nueva Cataluña, la capital de la Republica del Sílice.

Haya en la capital, unos conocidos de sus padres le otorgaban un departamento varias veces más grande que este, una carrera digna, entre otros lujos. Vyeter los rechazó a todos argumentando no sentirse preparado para irse tan lejos, la verdad era que se sentía conectado a la ciudad hasta nuevo aviso.

Si bien no se fue de Elefthería, sus padres lo enviaron a vivir lejos de casa, argumentando que ya estaba lo suficientemente grande para vivir solo. Vyeter desconocía las verdaderas causas tras de esto, pero tampoco se las quería imaginar.

Cuando ya no aguantaba más el cansancio, a Vyeter se le venía a la mente la cara molesta de su madre. Entonces sonreía y apreciaba su solitaria existencia.

Amnesia 2032: A la Orilla del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora