Capitulo 20.

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No sé bien que fue todo lo que ocurrió segundo después. Un montón de hombres aparecieron por las calles. Me mantuve en una esquina, abrazada a mi amiga mientras veía como destrozaban en el piso a uno. Todos, contra uno.  Pisoteaban su cabeza como si fuera una pelota. El estómago se me revolvió y tuve que aguantarme las ganas de devolver. 

Chillaban algo extraño y festejaban entre ellos mientras dejaban al pobre hombre inconsciente. "Quizá es un ladrón", pensé.  Catalina me tomó de la mano y procuró caminar por dónde el taxi nos había dejado minutos atrás. Todo era un caos. No hubo un hombre que no nos tocara o dijera algo. Uno incluso levantó mi top. Me defendí quitando sus manos y no tuvo problema en dejar un buen puñetazo en mis costillas.  Mi amiga tiraba de mi mano mientras intentaba sacarse a unos cuantos de encima.

Los asquerosos labios de un tipo sobre mi cuello me dieron la fuerza necesaria para golpear su rostro y empezar a correr. Sentí un golpe en mi ojo que solo hizo que corriera más rápido.  Estaba asustada como la mierda. 

Ellos permanecieron en su lugar, riendo. ¿Qué diablos eran? ¿Qué querían? ¿Solo molestar?

Al ver que su intención no era seguirnos, frené mi marcha para quitarme los zapatos y tomarlos con las manos.  Eché un vistazo al que habrían demolido a trompadas segundos atrás. Estaba un ochenta por ciento segura de que no iba a despertar.  Continué corriendo por unos metros observando a Catalina y un poco más atrás. Cuando por fin pude reaccionar de todo lo que estaba pasando y de que estábamos corriendo hacia la nada misma, saqué mi celular del bolsillo y lo busqué en la agenda. 

Un tono... Dos 

— Charly  – sollocé contra el teléfono.  Frené mi corrida para esperar a mi amiga, que se acercaba muy de a poco con mueca de cansancio en el rostro. 

— ¿Yeimy, Princesa? ¿Qué pasa? – pregunto preocupado .

Fijé mi vista en la batalla campal que estaba ocurriendo a unas cuadras atrás.  La piel se me erizo al sentir las gotas sobre mí. Había empezado a llover y ni siquiera lo había notado.

- ¿Dónde estás?  Su voz me hizo volver a la realidad.

Catalina  tiró de mi brazo para hacer que continué corriendo. Un grito salió de mi garganta cuando me di cuenta de que estaba caminando sobre vidrios. 

— ¡Que mierda, Yeimy! ¿Dónde estás? – repitió desesperado  Respiré hondo para ocultar mi llanto desgarrador. 

— No... no sé – lloré y tragué con fuerza, esperando que se lo crea. 

— Activa el GPS del celular y procura mantenerlo encendido – pidió antes de cortar la llamada Le obedecí. 

— No puedo más – dije viendo que Catalina  continuaba tirando de mi brazo.  El ardor en mis pies era insoportable. Ella los miró aterrada. Estaban llenos de sangre y tierra. Vaya infección que iba a tener que aguantar. 

— Qué... que mierda... -. Tartamudeé mirándolos a los ojos. 

— Son pandilleros – adivinó mi amiga llegando a mi lado.

Oh, no.

Lo primero que pensé fue en la regañada que Charly iba a darme apenas me vea. 

— ¿Puedes al menos caminar? Quiero alejarme un poco más de toda esta mierda – preguntó mientras pasaba su mano por mi cintura y me sujetaba contra ella.  No, no podía. Pero no iba a dejar con todo el peso. 

Caminamos en silencio unos metros más. Realmente sentía que mis pies ya no formaban parte de mi cuerpo. Los tenía increíblemente adormilados y doloridos. Continuamos escuchando el barullo todo el camino. 

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