Connor Fernsby

39 8 0
                                    

-¿Quién es el siguiente?- preguntó el rubio.

-Connor Jannike Fernsby- indicó Stevenson.

En un abrir y cerrar de ojos aparecieron en un callejón un poco descuidado y al final del mismo se encontraba el antes nombrado.

-¿Es él?- preguntó la pelinegra-. ¿Cómo hiciste eso? ¿Seguimos en Londres?

-Sí, es él; y estamos en España- contestó rápidamente, el muchacho no tardo en notar su presencia, pues no era difícil ver a cinco personas aparecer de la nada. Al contrario de Sheila éste se acercó a ellos-. ¡Hey, Connor! Necesito que vengas conmigo.

-¿Por qué ustedes no desaparecieron?- preguntó aquel joven alto, tenia un ojo azul mar y otro tal cual el cielo, su cabello café oscuro estaba dividido a la mitad y tenía un pequeño tatuaje en su cuello-. Y ¿qué le hicieron a la chica?- dijo señalando a la pelirroja que yacía inconsciente en los brazos de Peter.

-Está dormida, este viejo loco la durmió y ya se me cansaron los brazos- se quejó Peter, provocando que el otro chico frunciera el ceño.

-¿Por qué no desparecieron?- insistió Connor-. ¿Y cómo coño aparecieron así como así?

-Sé quién eres Fernsby- confesó Stevenson-. Sé que controlas el fuego y piensas que está mal, piensas que eso es algo anormal, que tú no eres normal, y no te equivocas- al decir aquellas palabras el muchacho bajó la mirada cómo si ocultara algo más pero subió la mirada dispuesto a decir algo, solo que antes de que pudiera abrir la boca Lorena lo interrumpió.

-La chica que carga el mocoso- mofó Lorena provocando que Connor subiera una ceja y sonriera de lado.

-Es igual que tú- continuó Stevenson-; y la de pelo negro también- aquellas palabras dejaron boquiabierto al muchacho.

-Y quieren que vaya con ustedes- dijo con ironía Connor. Dio media vuelta y empezó a caminar dejando atrás a los demás.

-De hecho sí vendrás- ordenó el profesor.

Con un simple chasquido de dedos los seis aparecieron en la oficina del profesor, que parecía más una biblioteca que oficina; el chico quedó completamente desconcertado y no entendía nada, exactamente igual que los tres jóvenes en un principio.

-Avisa la próxima vez que hagas eso- dijo Peter poniendo en el suelo a la chica que aún estaba dormida-. Me duelen los brazos.

-¿Cómo hizo…¿Quién es usted?- preguntó Connor alterado.

-Soy Thomas Stevenson- se presentó- y ya nos vamos- dijo mirando el reloj de arena que ya faltaba menos de veinte minutos para que llegara a su final.

El profesor estaba apunto de desaparecer junto con Melisa y Lorena; Peter salió detrás de las chicas pero Stevenson se detuvo y junto a él las chicas.

-Uno se tiene que quedar cuidando que Connor no se vaya- informó el profesor- eso si no quieren que lo duerma- al decir esas palabras el joven que se encontraba sentado a un lado del cuerpo de Sheila subió la mirada rápidamente.

-Yo me quedo- se ofreció Lorena-, igual no creo que pueda salir, ¿A dónde iría?- siguió con sarcasmo-. ¿A Londres volando?

-No- negó Stevenson- tú iras conmigo, el que se queda es Peter- el rubio lo miró con asombro.

-Ahora soy Peter- mofó blanqueando los ojos. El profesor le dio una mirada amenazante y el joven asintió-. Está bien, me quedo, pero Lorena tiene razón.

-Gracias, coincidimos en algo, Peterson- el rubio asintió con la cabeza.

-No, sigues siendo un mocoso- dijo el profesor mientras volvía a aparecer una luz azul y desaparecían entre la misma.

Peter se dirigió a una de las estanterías más cercanas y tomó un libro rojo con letras doradas. Connor lo seguía con la mirada tenía el entrecejo fruncido y su mirada era intimidante. 

-¿Qué es lo que sabes?- preguntó el guerrero-. Dime todo lo que sabes y consideraré no matarte- Peter se sentó en el suelo mirando fijamente los ojos intimidantes del otro.

-La amenaza está demás- pronunció abriendo el libro a la mitad-. Tú no me asustas.

-No me contestaste.

-No tenía planeado hacerlo- mintió Peter.

Connor se puso de pie bruscamente y se dirigió a aquella puerta antigua, extendió su mano a la perilla y antes de tomarla para abrirla fue interrumpido por Peter.

-Es obvio que está cerrada- dijo sin separar la vista del libro-. No te vas a ir mientras yo esté aquí.

-Y supongo que tú me detendrás- se burló. Dicho eso giró la perrilla y la puerta se abrió; Peter se puso de pie dejando el libro en el escritorio-. Decías, Peter- continúo con sarcasmo.

Del otro lado de la puerta habían otras cuatro puertas más, las cuatro eran negras y en cada una había un símbolo grabado en oro, la primera tenía un triángulo isósceles, la segunda también tenía un triángulo solo que al revés y con una línea recta en la parte inferior, la tercer puerta tenía un símbolo parecido a la segunda excepto que su punta apuntaba hacía arriba, y en la última se encontraba un triángulo invertido.

Del otro lado de la puerta habían otras cuatro puertas más, las cuatro eran negras y en cada una había un símbolo grabado en oro, la primera tenía un triángulo isósceles, la segunda también tenía un triángulo solo que al revés y con una línea rect...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¿Qué es esto?- pensó Connor en voz alta. Una fuerza sobrenatural lo empujó y calló en un montón de libros llenos de polvo, Peter se acercó y extendió su mano para ayudarlo pero el ojiazul se negó-. No me toques.

-Te dije que no podrías irte- se burló Peter- pero se ve que eres de los chicos que no escuchan a nadie más que a uno mismo- dijo alejándose del chico que se ponía de pie.

Mientras Peter estaba de espaldas al lado del escritorio nuevamente con el libro rojo de letras doradas, Connor lo agarró del cuello de su remera negra, lo volteó y acorraló contra la pared con mucha fuerza y brusquedad.

-Te dije que me digas todo lo que sabes- advirtió Connor sin soltar al rubio.

-Lo único que sé es que hay cuatro personas que controlan los elementos y se hacen llamar guerreros- explicó-; los guerreros originales fueron Dalai, Cleydani, Alois y Ash, pero se enojaron y destruyeron parte del mundo, y Stevenson dice que la mala, Belladona, hizo que se enojaran- Connor frunció el ceño con confusión, era mucho que procesar-. ¿Ya me puedes soltar?

-¿Qué más?

-Parece que Belladona volvió y te quiere matar- lo susodicho provocó un escalofrío en Connor-, a ti y a los otros guerreros, que son Melisa, Sheila- señaló a la joven que yacía en el piso- y la otra persona que fueron a buscar ahora- Connor no emitía palabra alguna y estaba con una mirada perdida, Peter pasó unas cuantas veces su mano enfrente de éste hasta llamar su atención-. Antes de que preguntes, no tengo idea que pasó con las personas.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora