Cosas extrañas

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Cuando Peter se despertó se sentía más aliviado, llorar le había sacado un gran peso de encima.

Tan pronto abrió los ojos sus mejillas se tiñeron de un rosa un tanto leve, su pulso se aceleró y su mente quedó en blanco, tener a Connor tan cerca provocaba cosas que jamás había sentido, y eso le desagrada; pero la vista que tenía no, el mayor estaba recostado del lado derecho sobre su brazo y el otro rodeaba a Peter, éste estaba unos centímetros más abajo permitiéndole observarlo más a detalle. Tenía unas pestañas largas un poco curvadas, su piel clara parecía  suave y cremosa, su mandíbula estaba marcada; y lo que más le llamó la atención era el tatuaje que tenía en el cuello, nunca se había tomado el tiempo necesario para deducir qué era y ahora que lo veía supo que se trataba de una llama con alas.

“¿Qué?”

No, lo pensó mejor y aquella llama tenía un espacio en blanco que formaba la cabeza de un fénix, y las alas que tenía eran las del ave.

Peter quería salir de ese agarre pero le daba pena despertar a Connor, se veía tierno cuando no miraba a todos con cara de odio.

“Ok, basta, sólo dormimos juntos. Sí, tiene un olor muy agradable y está bueno, pero no.”

El chico se regañaba mentalmente hasta que Connor sacó el brazo que tenía bajo su cabeza y lo extendió hacía afuera, dejando que su mano colgara a una orilla de la cama.

Su corazón se iba a salir del pecho y tenía miedo a que, por la cercanía, el mayor sintiera la velocidad de sus latidos así que decidido trató de apartarse, pero el brazo de Connor bajó a su cintura y lo atrajo a él.

“Diosito, llévame”

Quizás estaba loco pero el muchacho creyó ver que Connor formó una muy leve sonrisa con sus labios, eso hizo que pensara que él estaba despierto y sólo lo estaba molestando.

-Connor- susurró, éste apretó los párpados-, saca tu mano de ahí, quiero ir al baño- mintió.

-Shhhh- el mayor ignoró su petición y se acercó aún más al chico, que ahora sentía arder sus mejillas.

Tragó grueso y colocó ambas manos sobre su pecho y lo empujó con cuidado, pero como la suerte no estaba de su lado el guerrero despertó, abrió sus ojos muy de repente y no le dio tiempo a Peter ni de retirar sus manos cuando éste habló.

-¿Qué estás- antes de que pudiera terminar la pregunta, el rubio continuó empujándolo para que se diera cuenta que quería salir-. Oh, perdón- dijo cuando notó que estaba sujetando al muchacho.

-¿No me vas a soltar?

-No- bromeó y sonrió de lado-. Estás como un tomate- Peter lo fulminó con la mirada-. Me debes una.

-Yo no te debo nada.

Connor arqueó una ceja y dijo:

-Deja te recuerdo… tu cumpleaños, la laguna, tu petición- hizo una pausa y pudo apreciar como Peter tragaba grueso, sonrió y continuó-. De eso no me olvido.

-No, fue una broma. Ahora déjame salir.

El chico retiró las manos de su pecho y agarró de la muñeca a Connor para elevar su brazo y salir de ahí.

-¿Me tienes miedo, Peter?- preguntó un tanto divertido.

“Miedo no". Otro golpe mental.

-No, claro que no- respondió cortante y salió de la habitación dando zancadas.

Bajó a la cocina por un vaso de agua fresca y ya era de noche, por la ventana se podía apreciar el cielo estrellado; le dio un trago a su vaso y vio que el reloj marcaban las diez de la noche; quiso saber si todos estaban durmiendo o se habían ido a hablar con Stevenson, entonces subió las escaleras y cuando pasó por la primera puerta, su habitación, vio que Connor aún no se iba.

-Te vas de mi cuarto. Ahora- susurró señalándolo a él y luego al pasillo, pero éste solo negó con la cabeza-. Bien- dijo luego de un gran suspiro-. Cuando vuelva no te quiero ver.

La siguiente habitación le pertenecía a Melisa, golpeó la puerta con una melodía particular, era una especie de clave que tenían entre ellos; no obtuvo respuesta y abrió un poco la puerta, solo alcanzó ver un bulto de sábanas que rodeaban el cuerpo de la chica y al pequeño y tierno Hades dormir sobre su mesa de noche.

-Traidor- lo acusó y se fue.

El cuarto de al lado le pertenecía a Sheila y nunca había entrado, no iba a romper la racha, así que cuando llegó al final del pasillo vio una línea luz que se escapaba por la rendija de la puerta, golpeó y abrió.

-¿Qué pasa?- preguntó William sin despegar la vista de su libro.

El rubio ladeó un poco su cabeza cuando vio al chico con las piernas elevadas que se apoyaban en la cabecera de la cama mientras sostenía el libro con los brazos extendidos.

-Nada, quería ver si se habían ido.

-Nop, todos estamos en la casa, igual supongo que ya todos se fueron a dormir.

-Sí eso creo- se dio media vuelta y abrió la puerta, antes de irse preguntó-, ¿no te cansas?

-Sí, por eso estoy así.

Dicho eso, finalmente volvió a su habitación, pero se encontró con la no tan agradable sorpresa de ver a Connor sentado en un orilla, cuando lo vio entrar sus labios se curvaron en una sonrisa, en cambio, Peter giró los ojos y suspiró.

-Te vas- ordenó señalando la puerta.

-No quiero, tu cama es más cómoda.

-De verdad, Connor, sal de mi cuarto.

-¿Por qué? Si no estoy haciendo nada.

“Por eso mismo". Golpe mental.

-Porque tu presencia me molesta- el mayor curvó sus cejas y se puso de pie para dirigirse a la puerta-. Al fin- dijo victorioso pensando que logró lo que quería, pero Connor se detuvo a unos centímetros de su ubicación y pasando un brazo a un lado de su cara cerró la puerta. Su corazón se volvió loco otra vez.

“Mierda"

Con el chico tan cerca podía notar la diferencia de altura, tenía que elevar su cabeza para poder verlo a los ojos, a esos ojos diferentes, todavía le sorprendía aquella heterocromia tan rara, pero le sentaba demasiado bien.

-Te ves jodidamente bien cuando te sonrojas.

“Dios mío, me dijo ‘jodidamente’ puedo morir en paz"

-Ay gracias- dijo con emoción fingida-, ahora te puedes ir y déjame en paz.

-Está bien, pero antes…

Subió su otro brazo y lo apoyó en la puerta, obligando a Peter a retroceder.

Peter dejó de moverse cuando su cuerpo se encontró con la puerta, el guerrero solo avanzó un poco y se detuvo, estaba esperando que el rubio pidiera que se valla; y realmente lo haría, no irse de su habitación en broma era una cosa, pero esto ya era algo diferente; si le pedía que se fuera, lo haría, si le decía que se quedara también lo haría.

-No juegues con fuego- finalmente dijo el chico.

-Yo soy el fuego, Peter; y tú empezaste este jueguito en la laguna- el mismo tragó grueso y Connor sonrió victorioso.

Un paso más.

Ya estaban demasiado cerca, incluso podían sentir sus respiraciones, la de Connor aún era normal, y Peter estaba decidido a acabar con eso.

-Eres gay- dijo en español el chico.

Lo que dijo no puso nervioso al chico pero sí soltó una risilla por el acento que tenía.

-No, soy hetero- dijo con sarcasmo.

Cuando Connor respondió, en un movimiento rápido tomó por el cuello a Peter ejerciendo un mínimo de fuerza, el mismo, con sus brazos lo tomó por la nunca y se puso de puntillas para quedar más a su altura.

-Estás loco- le susurró en el oído.

-Yo no dejo nada pendiente- respondió en el mismo tono-. Y el loco eres tú.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora