La verdad duele

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Luego de que Peter les hablara sobre la mujer que vio en el bosque y volvió a ver luego hace unos minutos, se dedicaron a revisar libros antiguos que les dio Stevenson, lo más raro de aquellos libros era que no tenían ningún título en la tapa ni en el lomo, en cambio, en la esquina inferior izquierda tenían números romanos.

William, que estaba en la biblioteca buscando más libros ya que los que llevaron no les fue de mucha ayuda, luego de recorrer la estantería que señaló Stevenson encontró un ejemplar de tapa dura color negro con el número XX, el mismo, era del tamaño de su antebrazo y era muy pesado, rodeó el libro con sus brazos y se dirigió a la cabaña a paso apresurado. Cada vez le gustaba menos la idea de salir solo de la cabaña rodeada de bosque, por eso cuando lo hacía miraba a todos lados, y por el más mínimo ruido se espantaba; y ahora que tenían la sospecha de que Adira estaba el bosque su paranoia aumentaba.

Cuando el chico entró a la cabaña se sentó directamente a un lado de Lorena, la cual estaba bebiendo una taza de café humeante en la mesa del comedor.

-¿Cuál es ese?- preguntó la ojiazul; el chico puso el libro sobre la mesa sin decir nada para que pudiera ver ella sola el número del ejemplar-. Oh… bueno, veamos si encontramos algo en este.

El índice del libro se veía demasiado prometedor, tenía veinte capítulos y todos dedicados a los orígenes de Adira y Yassaría, si bien tenía mayormente datos que ya sabían sobre Adira, había una variedad de cosas sobre Yassi que el profesor no les dijo, quizás porque no sabía o simplemente lo consideró irrelevante, pero para ellos era importante saber que Yassi tuvo una hermana que desgraciadamente murió y no había ningún nombre escrito.

-Aquí está- informó William y los demás se asomaron.

La imagen de una mujer de no más de veinte años se encontraba en la página 45, en el pie de la foto decía: ‘ilustración de Adira Vernize, 1935’

La Adira de la imagen tenía diecisiete años, llevaba puesto un overol de rayas negras y blancas, a su cuello lo rodeaba una cinta pequeña color madera oscuro con el dije de una media luna negra que resaltaba en su piel color café claro, su cabello castaño tomaba un color rojo a partir de las orejas le llegaba a la cintura y tenía unos ojos marrones con destellos rojos que miraban al frente y los mismos tenían pequeños círculos de cansancio.

La imagen estaba dibujada a mano, era muy realista y no se le escapó ningún detalle. Peter no tardó en informar que esa no era la mujer que vio en el bosque entonces cuando volteó la página la vio, vio a aquella extraña.
‘ilustración de Yassaría Artyden, 1935’

Yassi tenía dieciocho años en esa imagen, su rostro estaba adornado por una sonrisa maliciosa, su cabello azabache con rubio en las puntas estaba sujeto en dos trenzas que caían a los lados de su cara, sus ojos color mar resaltaban en su pálida piel, ésta tenía un overol completamente negro y el mismo collar que Adira, solo que éste tenía el dije de una estrella plateada.

-¿Estás seguro?- preguntó Lorena.

-Sí, yo la vi a ella, no era Adira.

-Era de esperarse- dijo el profesor rompiendo su silencio-. Si mis conocimientos no me engañan Adira no se puede proyectar en otro lugar.

-¿Entonces Peter no está loco?- bromeó Melisa, el nombrado la fulminó con la mirada y ésta solo se encogió de hombros.

-No, Godoy, no- respondió con impaciencia Stevenson-. Como él ya dijo, quería meterse a su mente y como no lo logró se fue… o quizás iba a seguir intentando pero volví a este mundo y tuvo que irse.

-¿Nadie está en peligro?- preguntó en voz baja William.

-Nadie, pero va a llegar el momento en el que tengamos que pelear, por eso estoy feliz de que se encuentren listos.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora