Calma

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La tormenta se detuvo, las nubes se movían rápidamente dejando ver una hermosa luna. Los chicos siguieron caminando con calma y sin decir una palabra durante una hora entera.

-El clima está muy raro- comentó Melisa para romper el silencio incómodo.

-¡¿El clima?!- exclamó Peter-, el clima es lo último que importa ahora, tenemos que averiguar lo que está pasando.

-La verdad no me gusta decir esto Meli, pero el tarado tiene razón. Algo está pasando y estoy segura de que no es nada bueno o normal.

Siguieron caminando hasta llegar a la casa de Peter, era algo vieja y estaba descuidada, la pintura vieja y el césped sin cortar le daba un aire algo tétrica. Las chicas quedaron impresionadas con su casa, ya que pensaban que Peter tendría la mejor casa de todo el barrio por cómo se comportaba.

-Es la casa de mi madre adoptiva, está enferma y no puede arreglar el jardín- explicó Peter al notar la cara de confusión que tenían las chicas. Luego de decir eso se arrepintió profundamente porque no le debía explicaciones a nadie.

-¿Y por qué no lo arreglas tú?- preguntó la pelinegra-, ¿acaso no tienes manos? ¿O vas a esperar que lo haga tu mamá?- cuestionó enfadada y con su mirada puesta en el chico.

-Estoy todo el día cuidándola excepto cuando estoy en la escuela- respondió éste sin apartar la mirada de Melisa-. Soy el único que la cuida y no me importa cómo se ve la casa.

Las chicas doblaron la esquina hacia la izquierda y se fueron; Peter entró a su casa enojado por lo que dijo Melisa.

-¡Perdón mamá!- gritó luego de azotar la puerta por la fuerza con la que la cerró, pero lo único que recibió a cambio fue un completo silencio, lo cual se le hizo muy raro porque su madre siempre colocaba música antigua, no había un momento del día que estuviera en silencio.

Siguió hasta una habitación grande y muy iluminada, con una gran ventana; a diferencia del resto de la casa esta no estaba sucia y desordenada, era todo lo contrario. Peter se asustó al no ver a su madre recostada en la cama.

-¡Mamá!- gritó saliendo de la habitación para dirigirse al baño, y darse cuenta que su madre no estaba-. ¿Dónde estás mamá?- preocupado, Peter buscó por toda la casa y no encontró ni una señal de la misma.

Se dirigió a la sala de estar, abrió la puerta lo más rápido que pudo, corrió hasta llegar a la esquina, y cuando vio dos siluetas iluminadas por la luz de la luna respiró aliviado, siguió avanzando con un paso moderado hasta recuperar el aliento.

-No debí decir eso- decía Melisa con arrepentimiento por el comentario que había hecho.

-Eso le pasa por ser tan malo, después de todo tengo que admitir que pensé que tendría una mansión y que papito le serviría todo en bandeja de plata- respondió Lorena para calmar a su amiga.

Melisa la escuchaba sin escuchar, a ella nunca le importó saber sobre la vida de Peter, pero a Lorena sí y la ojiazul solo sabía lo que sus compañeros decían sobre él.

Las chicas escucharon unos pasos detrás de ellas y se dieron vuelta para tratar de ver la cara de aquella persona que las seguía, pero por la falta de iluminación de la calle le llevaron la linterna a la cara y se dieron cuenta que era Peter.

"Ojalá no haya escuchado lo que dijimos" pensó Melisa.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Lorena enfadada-. Se supone que deberías estar en tu casa tratando de averiguar algo.

-En mi casa no había nadie y las vine a buscar- respondió Peter ya más calmado y mirando seriamente a las chicas.

-Te dio miedo- dijo Melisa en tono de burla- a mi también me da miedo... la llorona. Exprésate tranquilo- dio unas palmaditas en el hombro del chico y éste frunció el ceño.

-¡De verdad!- exclamó Peter enojado- estamos probablemente solos en la ciudad y estás haciendo bromas, que gracioso- continuó con sarcasmo y poniendo los ojos en blanco.

-El humor hasta el final- dijo Melisa orgullosa.

Los chicos quedaron en silencio mirándose el uno al otro sin saber lo que debían decir.

-¿Estás seguro que no había nadie dentro?- preguntó Lorena rompiendo el silencio incómodo- quizá estaba en otro lado.

-Busqué por toda la casa, no pudo haber desaparecido- respondió el rubio-... o eso espero.

-Esto ya no es raro- dijo Melisa mientras Peter y Lorena la veían con cara de desacuerdo- es paranormal- agregó al notar las miradas sobre ella.

Los chicos estuvieron de acuerdo y siguieron caminando en línea recta iluminado con las linternas del celular hasta llegar a una casa no muy grande de madera con dos platas, en la de arriba tenía un muy bonito balcón, con un buzón que decía "Familia Raybot"

-¿Esta es tu casa?- preguntó Peter asombrado- parece la cabaña de unos duendes- continúo riéndose.

-Sigue así y yo te voy a desaparecer.

-Era una broma- dijo el joven- no te enojes Lorena, aunque tienes la altura de un duende.

Ese último comentario hizo enojar a Lorena, puso los ojos en blanco y avanzó junto a su amiga hacia la puerta de la casa golpeando a Peter en el hombro a su paso.

-¡Oye!- gritó Peter- ¿Por qué te vas, Melisa?

-Porque quiero.

-No me dejen solo, y si hay un asesino suelto- advirtió Peter asustado.

-Si hay alguien solo te va a matar- respondió Lorena-, y a nosotras no nos importa.

Las chicas se dieron la vuelta dejando a Peter atrás. Entraron a la casa y encendieron las luces de emergencia dejando ver la decoración tan simple pero hermosa, el sofá celeste y la mesita con unos libros y una taza de café.

-Esto es de mi tiá- dijo Lorena agarrando la taza de café- todavía está un poco tibio, debe estar por aquí.

Lorena dejó el café en la mesita y comenzó a buscar a su tía mientras Melisa se dirigió a la cocina y sacó su celular del bolsillo para marcar el número de su madre.

-Contesta mamá, por favor, contesta- rogaba al teléfono.

-¡Tía! ¡Papá! ¡Lili!- gritaba Lorena desesperada recorriendo toda la casa una y otra vez, se dirigía del baño a la sala y subía las escaleras entraba a las habitaciones, revisando cada rincón de la casa-. No hay nadie, esta completamente vacío- se sentó en el sillón y trató de ocultar las lágrimas silenciosas que caían por su rostro.

Melisa se dirigió donde su amiga y la rodeó con sus brazos, acarició su cabello tratando de calmarla.

-Si no los vuelvo a ver nunca en la vida, me voy a morir- se lamentó Lorena un poco más calmada corriéndose el cabello de la cara- no podría vivir sin mi primita.

-Pero ¿qué te pasa? Lorena no te vas a morir, nadie se va a morir- reprochó Melisa a su amiga mientras tomaba de las manos de esta y la ponía de pie, quedando cara a cara.

-Todo va a estar bien- repitió Melisa calmado a su amiga que ya no lloraba.

Guerra de Elementos [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora