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Había pasado ya una semana desde la fiesta de compromiso y Chuuya no había podido hablar con Dazai de absolutamente nada acerca de... lo que sea que tuvieran. 

Estaba frustrado, sí, pero no había encontrado la oportunidad para hablar a solas con él sin que Sasaki o los niños les molestaran.

Un día, despertó con un poco más flojera de lo habitual, pero sabía que necesitaba levantarse a prepararle el desayuno a los pequeños demonios antes de que estos se despertaran. Así que, checando los ingredientes que habían en la alacena y nevera, decidió preparar algo que sabía animaría a los niños:

Hot-cakes con crema, fresas, chocolate y todo lo que quisieran ponerle. 

Ya había empezado a tirar la mezcla sobre la sartén, cuando escuchó a alguien entrar a la cocina junto con él.

Desvió la mirada al ver que se trataba del mismísimo Dazai, quien fue hasta la cafetera, sus ojos nunca abandonando la figura del pelirrojo. 

—Buenos días, Chuuya. ¿Café? 

Chuuya tomó aire...

Ahora no. Actúa normal. 

Le sonrió amable, asintiéndole. 

Minutos después, el castaño le dio la taza y... El maldito de Dazai le preparó el café justo como le gustaba. ¿Había algo que este hombre no supiera hacer? Cada vez lo odiaba más por eso... a la vez que se imaginaba muchas cosas, pero no era el momento para eso.

—Entonces... ¿Tú y los niños irán a "Cosmo World" esta tarde? —le preguntó el castaño, iniciando un tema de conversación normal.

Chuuya asintió, una sonrisita de niño de cinco años apareciendo en su rostro. Amaba los parques de atracciones, especialmente si tienen una rueda de la fortuna gigante. 

—Así es, subiremos a todas las montañas rusas y juegos que podamos —sabía que los niños no iban a poder subirse a todas puesto que están pequeños, pero igual le emocionaba —. ¿Estás seguro que no puedes ir? 

—Me encantaría, pero-

Las palabras fueron interrumpidas cuando ambos escucharon el elevador sonar, indicando que alguien había llegado. Segundos después, apareció Sasaki en la cocina junto una bolsa con ingredientes raros, sonriendo demasiado a pesar de que apenas eran las nueve de la mañana. 

—¡Cariño! 

En seguida se tiró a los brazos del más alto, quien con trabajo la agarró a tiempo. Chuuya viró los ojos, mejor enfocándose en seguir haciendo los hot-cakes. 

—Sasaki, ¿qué estás-

—Dándole los buenos días a mi osito, por supuesto —le respondió esta con una sonrisa, tratando de juntar sus labios con los de Dazai quien en seguida dio dos pasos hacia atrás.

—Tenemos compañía, Sasaki. 

La mencionada le dio una mirada a Chuuya y... alzó ambas cejas. 

—Pero es solo Chuuya. 

Este suspiró.

—De todos modos ya perdí el apetito, no importa —dejó la taza de café medio vacía, planeando en irse de la cocina a penas terminara el desayuno. 

—Chuuya, no tienes que irte. Esta es tu casa igual y Sasaki debe entender eso.

El pelirrojo miró a Dazai, agradeciéndole internamente que le estuviera defendiendo... aún sabiendo que probablemente no iba a importar, porque la última palabra la tenía la azabache. 

Un Asunto de NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora